Hollywood reconoce con un Oscar de honor el talento de Blake Edwards

César Wonenburger REDACCIÓN

TELEVISIÓN

NEIL JACOBS

El creador del inspector Clouseau y «Desayuno con diamantes» nunca recibió una estatuilla El rey de la comedia sofisticada ha sido actor, guionista, director y productor

12 dic 2003 . Actualizado a las 06:00 h.

Blake Edwards siempre se ha considerado a sí mismo un escritor, pero siguiendo el sabio consejo de Billy Wilder, que de guionista se convirtió en director porque no quería que nadie le arruinara sus propias historias, se pasó también él, muy pronto, a la realización y producción de películas. Ahora, por fin, Hollywood acaba de reconocer la diversidad y calidad de su trabajo en las principales facetas del cine, y en la próxima ceremonia de los Oscar, en febrero, recibirá una estatuilla honorífica como la que recibieron a Peter O'Toole, Elia Kazan o Greta Garbo. «Durante más de cincuenta años ha demostrado una extraordinaria carrera como guionista, director y productor principalmente de su propio material y eso lo sitúa en un pequeño grupo de cineastas destacados», declaró ayer Frank Pierson, presidente de la Academia norteamericana, a modo de justificación. Edwards, nacido en Oklahoma, en 1992, y perteneciente a una familia de ilustres personalidades del cine -su abuelo, el realizador de películas mudas J. Gordon Edwards, dirigió muchas de las películas de Theda Bara-, es prácticamente el último de los grandes directores que aún conoció la época dorada de los estudios norteamericanos. Allí comenzó a trabajar como actor secundario, en los años 40, a las órdenes de Victor Fleming, William Wyler y Otto Preminger. Mantener en control Durante la década siguiente escribió guiones para otros, hasta que, obsesionado por mantener el máximo control creativo sobre sus trabajos, decidió hacerse director. Tras debutar en la Serie B con las insulsas comedias Bring your smile along (1955) y El que ríe último (1956), la suerte comenzó a sonreírle en 1961, cuando rodó Desayuno con diamantes , con Audrey Hepburn. El filme supuso una de las colaboraciones más felices entre Edwards y el fiel compositor de la mayoría de sus bandas sonoras, Henry Mancini, autor de Moon river. se convirtió en uno de los paradigmas de la comedia sofisticada y Edwards, en su revitalizador. Su otro gran interés artístico se centra en la comedia física, proveniente del slapstick, y cuyos mayores logros se resumen en la fructífera relación laboral que estableció junto a Peter Sellers, sobre todo, a partir de La pantera rosa ( 1964) y sus desiguales continuaciones. Otra de sus principales creaciones, Víctor o Victoria (1982), cuyo guión le valió la única candidatura al Oscar, hasta ahora, de su prolífica carrera, muestra una síntesis de las dos principales tendencias estilísticas de un creador que también ha cultivado con acierto el drama ( Días de vino y rosas , 1962) o el thriller ( Chantaje contra una mujer, 1962), además de haber trabajado en radio, teatro y TV. A partir de los 70, y sobre todo con el éxito inesperado de 10, la mujer perfecta ( 1979), Edwards, a menudo considerado injustamente como un buen artesano demasiado superficial, se muestra como uno de los más sagaces retratistas de la desesperación del hombre heterosexual ante la pérdida de su tradicional rol dominante ante los cambios sociales y la liberación femenina.