«'Crónicas' es un laboratorio de ideas, una de ellas bajarme los pantalones»

Mónica Lázaro SANTIAGO

TELEVISIÓN

XOÁN A . SOLER

Boris Izaguirre vuelve con « 1965» , una novela que pone sobre la mesa la historia de tres varones con miedo a asumir una madurez cada vez más cercana.

22 dic 2002 . Actualizado a las 06:00 h.

Escritor de culebrones, showman , tertuliano, guionista y algo marciano, Boris Izaguirre pasa unos días en Galicia para firmar ejemplares de su tercer trabajo literario. -¿Viene de voluntario? -No, no quiero que me acusen de foto demagógica. De todas maneras pasaré la Nochebuena en Vigo y, si el 25 hay uniforme y mascarilla, me apunto. Como ve, voy al revés que el Gobierno, que llegará con la tercera marea. -¿Cómo surge la idea de escribir «1965»? -Quería escribir la historia de un hijo con un padre grandioso, de un personaje que desapareciera y que no lo volvieran a encontrar. Además, la historia tenía que hablar de los años ochenta, pero me resultaba difícil conectar las tres cosas. Fue en un viaje a Miami cuando decidí que tenían que ser tres varones nacidos el mismo año y el mismo día. Una noche cenando con unos amigos me di cuenta de que los tres habíamos nacido el mismo año, en tres lugares diferentes pero con las mismas coordenadas, por lo que me resultó una idea generacional bastante interesante. -¿Qué tiene Boris de Daniel, Andrés y Rodrigo, los personajes de la obra? -Absolutamente nada. Ellos tienen una especie de sexo ciego que yo no he conocido. -Su novela es un homenaje a los ochenta. ¿Qué recuerdo guarda de esta época? -Poco, porque me tocó vivir los ochenta en un país como era Venezuela. Los recuerdo con la angustia de sentirme prisionero en Caracas cuando las cosas más excepcionales sucedían en otros lugares y estaban fuera de mi alcance. Pero formé parte de la llamada la generación de la transvanguardia y las telenovelas, un fenómeno muy importante en ese período. -Parece que en su libro el futuro carece de consistencia. ¿Y en la realidad? -En Europa es difícil hablar del futuro porque está encadenada al pasado. Y en Latinoamérica siempre ha sido una trampa. Crecimos creyendo que llegaríamos a un desarrollo que parece imposible. A mis personajes lo que les pasa es que al nacer en el 65 se dan cuenta de que van a dejar de ser jóvenes cuando empieza el futuro. -Parecen huir del romanticismo. Pero sí es usted un sentimental... -Para nada. He convivido con ellos a lágrima viva. Esa idea misma de enfrentarte al futuro sin armas les hace muy hermosos. Es cierto que soy un sentimental, siempre tengo una lagrimilla a punto como Fraga. Con los años las lágrimas te afloran. -¿ Qué le da más dinero, las tertulias o bajarse los pantalones en «Crónicas»? -Ninguna de las dos. Crónicas es para mi un laboratorio de ideas permanentes, una de ellas bajarme los pantalones. -Pero ¿no le da vergüenza con 37 años? -Verdaderamente me daría vergüenza no hacerlo. -¿Se declararía a una mujer? -Me he declarado a María Teresa Campos varias veces. -En serio, ¿quedan muchos dentro del armario? -Todavía queda mucha gente dentro del armario que no ha tenido el impulso mediático ni el sentido común de sincerarse.