Lección de sinceridad de la voz de los derechos humanos

Roberto Relova VIGO

TELEVISIÓN

ÓSCAR VÁZQUEZ

14 oct 2002 . Actualizado a las 07:00 h.

De Barbara Hendricks siempre me ha gustado su timbre aterciopelado, dulce, envolvente, hasta casi enigmático. Su versión de Liú, una de las heroínas puccinianas más hermosas, la he tenido como una referencia junto a Caballé. Hace muchos años, cuando comenzó a triunfar en la ópera, a Hendricks se le llamó la sucesora de Callas, humildemente contestó que nada tenía que ver con el gran legado de María Callas, y que ella poseía cosas que la malograda cantante no tenía: amor e hijos. Esta lección de sinceridad creo que se repite en cada concierto de la soprano americana. Lo más espectacular de su actuación en Caixanova el sábado pasado fue su profesionalidad, su entrega total al auditorio, su sinceridad. El programa fue densísimo, difícil para el público que llenaba el teatro. Después de más de dos horas de recital, la interprete regaló cuatro bises, el último, un canto americano que arrebató por fin el entusiasmo de los presentes. Aquí Hendricks demostró que en este repertorio es una gran reina, fue sencillamente glorioso, todos lamentamos que sólo fuese una propina, y además la última. La soprano buscó en los océanos del lied, la expresión máxima, el concepto de la intimidad, el canto de la naturaleza, el susurro del secreto, la ingenuidad del amor, en definitiva, sus versiones se vieron ampliamente marcadas por un obsesivo estudio del texto, y con una técnica vocal de excepción... pero fría en la comunicación, algo que me quedó muy claro en su interpretación del Ave María, una perfección casi absoluta, por momentos, pero distanciada de la emoción. En contraste , me impresionó su versión de Gretchen am Spinnrade , de Schubert , una de las mejores que he escuchado en concierto. Otros grandes momentos de la noche fueron las canciones de Rangström y también de excepción las de Poulenc. De nuevo la profesionalidad de Hendricks se reflejo en la interpretación de Falla, se volcó, pero las canciones españolas tienen otra dimensión, y por cierto , son casi una radiografía de la voz de cualquier cantante que se atreva con este monumento musical. Impresionante el pianista, Love Derwinger, musical, interprete, técnicamente impecable, y siempre con la música, y con Barbara Hendricks, una mujer que merece los aplausos más sentidos y de admiración por lo que ha luchado y lucha por un mundo mejor y más justo.