«Cuando terminas una novela, lo único que deseas es deshacerte de ella, igual que cuando acabas una relación con una mujer». Arturo Pérez Reverte acaba de terminar La reina del sur (Alfaguara), y aunque su deseo fuera, efectivamente el de deshacerse de ella, todavía le queda la dura tarea de la promoción. La novela la protagoniza Teresa Mendoza, la novia de un narcotraficante mejicano, una sencilla mujer que acaba dominando un imperio de drogas y carteles. La biografía del autor, moviéndose a veces con «gentes poco o nada recomendables», hizo más fácil el camino, siempre duro y hasta a veces peligroso, de la documentación. «Un día estando en una cantina con amigos de esos nada recomendables escuché una canción que, Contrabando y traición , que hablaba del mundo del narcotráfico. Me fascinó la potencia y me pregunté cómo esos hijos de puta eran capaces de contar una historia con tanta precisión y de una manera tan eficaz». Reverte no se considera capaz de escribir un narcocorrido en tres minutos y decidió hacerlo como él sabe: en una novela de 500 páginas cuya primera edición son 275.000 ejemplares. Nada en La reina del sur es real, y a la vez nada está inventado, todo existe, y en esa imbricación está la esencia de la historia de Teresa Mendoza. El escritor ha vuelto a los antiguos escenarios de su época de reportero para recabar toda la información sobre la historia: «Yo ya no busco la verdad en la realidad, he ido allí a falsear la realidad conscientemente». El escenario del narcotráfico sirve como excusa para hablar del mundo de la mujer: «El misterio esta vez está en el corazón de una mujer». Para el autor era una deuda pendiente «literariamente siempre me ha interesado la mujer». En opinión de Pérez Reverte, «la mujer es un soldado en territorio enemigo», mientras que «el hombre tiene mil mecanismos de consuelo para enfrentarse al horror de la vida, sin embargo la mujer tiene una capacidad para manejar el silencio increíble».