VERDULERÍA

La Voz

TELEVISIÓN

07 may 2002 . Actualizado a las 07:00 h.

El digno y honrado gremio de la verdulería se gana la vida, y a mucha honra, en mercados y plazas de abastos. Los verduleros-as a los que aplico el cuento son otros, tipos como Marta, Eva o Emilio, que el otro día se zurraron lindamente en Crónicas másmarranas ante la compleciente mirada de Javier Sardá, sabedor de que ya se había ganado el día (léase share). No es novedad confesar a estas alturas que el programa me pone del hígado, me activa la bilis y me descaraja los nervios. ¿Masoca, entonces? No, zappeo en busca de nutriente para esta columna que es un potro de tortura, tal como anda el patio. Un concentrado de tila y valeriana, el cronómetro en cinco minutos y hala, a chupar CM. La noche del lunes estaban los susodichos. Eva se drenó los pechos y el Interviú le dio portada, que hay que vender y, como decía uno de mi pueblo, venden las talanteras (obviamente, las delanteras). Eva se puso al fresco y Marta sostiene que el marido de la despelotada es un aprovechado, un vago, un tío que vive del cuento (¡Vaya novedad!, pero si son cientos...), un faltón, en fin, que le llamó de todo menos bonito. A todo esto, Eva, callada y con cara de estar pasándolo un pelín cortada ante el chorreo de Marta a su marido. Por si fuera poco entra por teléfono Elisa a ponerlo verde (¿Qué quien es Elisa? Pues la madre de Marta, hombre). Y en medio Sardá reafirmando su tesis de que lo suyo es televisión y lo demás boñiga catódica. Pasaron los cinco minutos y les mandé a tomar viento, que en bruto tiene equivalencia más sonora. Que llegue pronto el 10, el día sin tele...