Es la cruda expresión que utilizó el comentarista de la sección Los reporteros para referirse a lo que buscan quienes demandan los servicios de una prostituta en los tugurios, las esquinas y los rincones de luz canija en algunos de los lugares de Almería, que fue la provincia elegida por el equipo para analizar la explotación y las degradantes condiciones de vida a que están sometidas docenas, centenares de mujeres. Fue la nueva entrega del formato que regularmente proponen los Informativos Telecinco de Angels Barceló. El lunes televisivo tenía muchas estrellas, quizá demasiadas. Daban los Max en La 2, se estrenaba Triunfomanía en La Primera, ponía Gil cara de cordero camino del matadero en el Queremos saber más de Antena 3, regresaba Periodistas a Tele 5... Sin embargo considero que lo mejor (o lo más vivo, como prefieran) estaba en esos apenas cinco minutos de cámara oculta, diálogos de plomo, miserias de ultratumba... Se puede comprar una mujer «como quien compra patatas», decía alguien. Sexo desde 150 euros, el más caro, hasta unos degradantes 15 euros. Lograron entrar en un puticlú y les mostraron el catálogo en plan pasarela aunque con mucho de ganado antes del despiece. De ahí lo de carne fresca, supongo. Nos cuentan que las mejores, las rusas. Habrá quien se escandalice y considere que la televisión no está para mostrar el pus de la sociedad, que mejor mirar a otro lado, que ya bastante se sufre con el día a día, y que viva el circo. Cuestión de puntos de vista, amigos. Sabe amargo que te paseen la miseria por delante de las narices, sí.