Soledad Sevilla expone en Compostela
15 mar 2002 . Actualizado a las 06:00 h.Con un nombre hoy reconocido internacionalmente, la autora desplaza a Galicia óleos sobre papel realizados en estos dos últimos años y una instalación trabajada especialmente para esta muestra. Desde sus comienzos ha utilizado siempre la pintura como medio de expresión, explotando su carácter perdurable que sustenta la versatilidad del cambio espacial y la permanencia temporal. Abstracción lírica En los setenta, partiendo de la abstracción, establece una reflexión ordenada y objetiva revelada por una geometría de módulos, que pronto dará paso a una espacialidad emocional, más íntima y menos racional. Esta abstracción lírica es la que invariablemente surge en cada nuevo ejercicio sobre tela o papel. Es una pintura que se articula con colores y luz, y en la que no faltan rincones de sombra que matizan las composiciones. Sin estos últimos efectos, la belleza perdería su existencia; identificación que nos recuerda Tanizaki en El elogio de la sombra. Al margen de estos valores formales, Soledad Sevilla hurga en el paso del tiempo y en las vivencias personales. La memoria presta territorios de recuerdos que recuperan su relación personal con Granada y Valencia. Sin embargo, en estas últimas experiencias estéticas, son las noches de vigilia las que construyen la impresión pictórica de un simple muro conquistado por racimos de glicinias que cuelgan moldeadas por pequeñas pinceladas. John Berger alude, a propósito de Los nenúfares, a que el verdadero objetivo de este estanque pictórico radica en conservar lo esencial del jardín de Monet. Esta percepción del escritor inglés llega a materializarse en la creación de Soledad Sevilla, al compartir la artista con su obra la presencia inestimable de la evocación. Posiblemente, su pintura, como la del francés, también «o recordará todo». En los años ochenta se introduce en el mundo de la instalación. Lo efímero comparte terreno entonces con la pintura en una poética plástica y emocional en la que la interconexión con el espectador está garantizada. Carácter perecedero En esta muestra, el campo de experimentación es un gran panel de hojas de papel serigrafiadas en un complejo proceso. Una a una, van fijando el cambio estacional acomodando los reflejos de la transformación con las distintas tonalidades verdes, marrones y amarillas. El carácter perecedero de esta pieza se ve ocasionalmente alterado por el soporte que sostiene esta profusión de naturaleza. Es una intervención que, aun teniendo un valor particular, puede ser susceptible de trasladarse a otro espacio. Pero en realidad poco importa el carácter temporal de su obra, ya que tanto en su pintura como en sus instalaciones, Soledad Sevilla despliega una atmósfera íntima en la que constantemente es la luz la que se encarga de recuperar los momentos atrapados en el tiempo. SOLEDAD SEVILLA Galería SCQ. Santiago de Compostela Abierto hasta el 27 de marzo