Cuando la musa se llama hachís

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Además de Shakespeare, muchos escritores, entre ellos Valle Inclán, usaron el cannabis para inspirarse «Me produce una exaltación de la fantasía que me permite comprender muchas cosas. El Karma, por ejemplo». Quien pronunció estas palabras no era un hippi sesentero víctima del misticismo oriental, sino el genial Valle Inclán, que en una entrevista reconocía que consumía hachís en píldoras. El escritor gallego acompaña de esta forma a Shakespeare, Baudelaire, Rimbaud, Jünger y otros muchos autores que a lo largo de la historia buscaron inspiración en diferentes variedades del cannabis.

18 nov 2000 . Actualizado a las 06:00 h.

PABLO GONZÁLEZ A CORUÑA Antonio Escohotado incluye al hachís y la marihuana en la categoría de fármacos visionarios en su libro Historia general de las drogas y es a buen seguro ese potencial psicoactivo lo que animó a numerosos escritores a usarlos como fuente de inspiración. La mayoría lo hicieron de forma individual, en la intimidad de su escritorio. Pero otros llegaron incluso a constituir sociedades de exhaltación de la droga. En el Club des Haschischiens, Charles Baudelaire, Arthur Rimbaud, Pierre Gautier y Victor Hugo experimentaban con el cannabis en el hotel Pimodan, en París, a mediados del siglo XIX. Su forma de consumirlo era curiosa: como Valle Inclán, preferían ingerirlo a fumarlo. «Comían lo que cabe en una cucharilla de té; no era resina pura, sino mezclada con mantequilla, miel y pequeñas cantidades de opio», describe Escohotado. Honoré de Balzac asistió a algunas de estas reuniones, pero siempre prefirió los estimulantes. Las vivencias y reflexiones de estas reuniones bohemias se recogen en una colección de artículos de Baudelaire titulada Los paraísos artificiales. Ernst Jünger (1895-1998) también mostró su interés por la droga, al igual que Robert Graves (1895-1985), aunque éste prefería la potencia alucinógena de los hongos psilocibios. El ensayista Walter Benjamin (1892-1940) se administraba altas cantidades de hachís y en 1975 escribió un libro sobre sus experiencias con esta sustancia psicoactiva. Herman Hesse (1877-1962) menciona esta droga en su novela El lobo estepario y se sabe que Nietzsche (1884-1900) utilizó el cáñamo durante la escritura de Así habló Zaratustra. También el poeta romántico inglés Samuel Coleridge (1772-1834), aunque prefería el opio y el éter.