El análisis revela que una antigua población vivió aislada en el sur de África durante al menos 200.000 años, lo que sugiere que esta región desempeñó un papel crucial en la evolución de nuestra especie, quizás mayor el oriente africano
03 dic 2025 . Actualizado a las 18:14 h.Un nuevo estudio, el más grande realizado hasta la fecha sobre ADN antiguo africano, publicado en la revista Nature, desafía la suposición de que el Homo sapiens se originó principalmente en África oriental, la teoría hasta ahora más respaldada. La investigación, basada en el análisis de los genomas de 28 individuos que vivieron en el sur de África entre hace entre 10.200 y 150 años, demuestra que esta región jugó un papel central, «quizás el más importante de todos», en la evolución humana.
«Sabemos desde hace mucho que el sur de África estuvo habitado, pero antes no estaba claro si estos habitantes eran predecesores nuestros o si eran Homo sapiens. Ahora podemos demostrar que el Homo sapiens ha existido y evolucionado en el sur de África durante mucho tiempo y que esta zona ha jugado un papel importante en la evolución humana, quizás el más importante de todos», explica el profesor Mattias Jakobsson de la Universidad de Uppsala, quien dirigió el estudio.
El análisis genético reveló que esta población de cazadores-recolectores de la Edad de Piedra vivió en aislamiento genético parcial durante al menos 200.000 años. Solo hace unos 1.400 años se observan rastros claros de flujo genético con individuos de África Oriental y Occidental. Sin embargo, los datos sugieren que la población meridional migró hacia el norte en períodos climáticos favorables, con material genético de este grupo encontrado en individuos de la actual Malaui hace unos 8.000 años.
Curiosamente, en yacimientos como el Refugio Rocoso del Río Matjes, se observó que, a pesar de los cambios significativos en las técnicas de fabricación de herramientas a lo largo de 8.500 años, los individuos eran genéticamente idénticos, lo que indica que los cambios culturales se produjeron sin la llegada de nuevas poblaciones.
El valor de estos genomas prehistóricos reside en que contienen una gran cantidad de variación genética que se ha perdido en otros grupos, ayudando a determinar qué variantes fueron realmente importantes para nuestra especie. Los investigadores identificaron 79 variantes de ADN que son exclusivas del Homo sapiens. Sorprendentemente, se encontraron siete vinculadas a la función renal que estaban claramente sobrerrepresentadas.
Una hipótesis es que estas variantes genéticas están relacionadas con la singular capacidad humana de enfriar el cuerpo mediante la sudoración, lo que requiere una buena capacidad para controlar el equilibrio hídrico corporal. Es posible que precisamente estos cambios en los genes que afectan la morfología y la función renal otorgaran a nuestros predecesores propiedades únicas para regular el equilibrio hídrico, aumentando así su capacidad de enfriamiento y resistencia, propiedades de las que carecían los neandertales y los denisovanos, afirma Jakobsson.
«Uno de los resultados más significativos del estudio es que sugiere que los comportamientos y el pensamiento complejos observados en el registro arqueológico del sur de África de hace unos 100.000 años se originaron localmente y pueden haberse filtrado posteriormente hacia el norte con los genes y las tecnologías de los cazadores-recolectores locales», dice Marlize Lombard, arqueóloga especializada en la Edad de Piedra Media y arqueología cognitiva en la Universidad de Johannesburgo, quien es una de las autoras del estudio.