«Estaba dando el pecho a mi bebé y el socorrista de la piscina me pidió que me fuera a los vestuarios»

SOCIEDAD

Marcos Míguez

La lactancia materna sigue siendo tabú. A Silvia Vidal le llamaron la atención en un centro deportivo coruñés. El complejo pide disculpas, dice que fue un error y asegura que permite amamantar en público

17 oct 2021 . Actualizado a las 17:32 h.

En noviembre del 2016, el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas reconoció la lactancia materna como un derecho humano, tanto para las madres como para los bebés, que hasta los seis meses de vida solo se alimentan de leche. Lo hacen, además, a demanda, lo que significa que «el niño tiene que comer cuando quiere comer, cuando lo pide, y si no se le da, termina llorando», explica Eva González Souto, presidenta de la asociación Alma Lactancia Materna. «A un bebé no se le puede explicar que tiene que esperar cuando tiene hambre, sería inhumano -defiende la experta-. Y así lo recomiendan además todas las sociedades médicas: un lactante tiene que comer cuando lo necesita». Sin embargo, aunque la ONU insta a fomentar y proteger esta práctica, en España no existe una norma estatal que respalde explícitamente el amamantamiento en lugares públicos ni que promueva la creación de espacios para ello. ¿Es necesaria? Hace un par de semanas, Silvia Vidal Figueiras fue educadamente amonestada en el Complejo Polideportivo Municipal San Diego de A Coruña por darle el pecho a su bebé acomodada en un banco frente a la piscina infantil. El socorrista le indicó que debía retirarse a los vestuarios.

El sábado 2 de octubre, a última hora de la tarde, Vidal y su pareja decidieron ir a nadar un rato con su niño, de un año recién cumplido, a la piscina municipal coruñesa ubicada en el Parque de San Diego, de la que se habían hecho socios la semana anterior. «Estábamos bañándonos y el niño me pidió pecho -cuenta-. Salí fuera de la piscina, lo tapé y me tapé yo con la toalla, que ni siquiera tengo por qué hacerlo, y me senté en unos bancos que hay allí». «Yo noté que el socorrista me estaba mirando desde lejos -continúa-. Se me acercó, pasó por delante de mí sin decir nada y se quedó a unos pocos metros observando. Al rato, volvió y me dijo que no podía dar el pecho». Al ver su reacción, totalmente desconcertada, el empleado dudó: «Perdona, creía que le estabas dando el pecho al niño y no se puede», le dijo. Ella, a pesar del bochorno, le respondió que efectivamente estaba amamantándolo.

El socorrista le confirmó que la lactancia no estaba permitida, que debía retirarse al vestuario, a lo que Vidal le replicó que no acababa de entender el porqué: «Le expliqué que no estaba manchando, que era algo natural y que lo había reclamado el niño, que es un bebé y que, evidentemente, no entiende de horas para comer, que se alimenta cuando tiene hambre», relata.

Al darse cuenta de lo que estaba pasando, su pareja salió de la piscina y se unió a la conversación en el momento en el que el responsable de salvamento justificaba su observación, exponiéndoles que esta práctica «se comparaba con comer», lo que únicamente puede hacerse en el espacio reservado para ducharse y cambiarse, y que además no estaba contemplada en la zona del baño «por el qué dirán el resto de abonados», asegura Vidal. «Nos quedamos volados -admite-. Lo veo algo tan natural que no me esperaba que me pasase nunca. Estaba tan cortada que incluso me disculpé y me eché a llorar de rabia y de impotencia. No sabía dónde meterme».

«Fue un error»

A pesar de que, posteriormente, desde la coordinación del centro deportivo se pidió disculpas a la pareja y se les insistió en que todo había sido fruto de un error, las instrucciones que tenía el socorrista fueron corroboradas ese mismo día por la recepcionista del complejo. «El chico estaba convencido de lo que decía la normativa al respecto, pero quiso asegurarse preguntándole a una compañera», comenta Vidal. Ella no solo les confirmó su versión, sino que les repitió los motivos: «Que la lactancia se consideraba comida y que, además, no estaba permitida en esa zona por higiene y por respeto al resto de usuarios», recita. Antes de irse a casa, dejaron por escrito una queja con intención de replicarla posteriormente en la oficina de Consumo de la Xunta.

Tres días más tarde, el padre del bebé se reunió en persona con la directora del centro, que le aseguró que no sabía de dónde había salido esa indicación, que no había dado esas directrices y que ni siquiera se habían puesto en contacto con ella en el momento para consultarle. Añadió que era la primera vez que sucedía algo así y que nunca se le había negado a nadie amamantar a un bebé en los espacios comunes del gimnasio y la piscina. Desde la dirección confirman a este diario que de ninguna manera está prohibida la lactancia; que fue un error y que ya se subsanó con los afectados. Precisan, además, que el personal que estaba trabajando ese fin de semana era nuevo -«llevaba escasamente un par de semanas con nosotros», concretan-, por lo que no estaba al tanto de las reglas, y agregan que, al ser esta una práctica poco corriente en sus instalaciones, nunca se habían encontrado con una situación similar. «Los empleados entendieron que podría haber gente que no se sintiese cómoda», disculpan.

«No es higiénico, no se puede comer ni beber y molestas al resto de usuarios»

Tras el mal trago inicial, Silvia y su marido reclamaron al centro deportivo la normativa vigente, que efectivamente recoge la prohibición de «comer, beber y mascar chicle en la piscina», dicen. Esa es una de las tres razones que les dio el socorrista y que, a continuación, repitió la trabajadora que se encontraba en recepción. «Pero el reglamento también especifica que no se puede ni comer ni beber en los vestuarios», apunta Vidal. «Si alegan ese supuesto, ¿cómo me piden que me retire allí a dar el pecho? En la zona de la piscina está prohibido comer y beber y, por tanto, dar el pecho, pero ¿en los vestuarios solo se permite a los lactantes, a los adultos no?», razona. «No tiene sentido», zanja.

Ambos creen que también fue una excusa el argumento en referencia a la higiene y detallan, además, que en este caso concreto es imposible que nadie se hubiese sentido incómodo: estaban solos con una mujer y un bebé, en ningún momento se acercó ni al socorrista ni a ningún otro empleado.

Tal y como recuerda la Asociación Española de Pediatría, para mantener la lactancia es necesaria su continuidad. No se puede interrumpir para luego reemprenderla porque perjudica el pecho de la madre (riesgo de ingurgitación o mastitis) y puede disminuir el volumen de leche y afectar a la salud emocional del niño, que además de alimento, busca consuelo en el pecho con tomas cortas, pero numerosas.