Euforia delirante e irresponsabilidad

Daniel López-Acuña CORONAVIRUS

SOCIEDAD

Quique Garcia

11 may 2021 . Actualizado a las 08:43 h.

El final del estado de alarma ha sido, a todas luces, prematuro. Primero porque la incidencia sigue siendo muy alta en un buen número de comunidades autónomas, el virus esta circulando y hay una amplia transmision comunitaria. Segundo, porque aún no hemos alcanzado un porcentaje suficientemente alto de población vacunada con la pauta completa. Tercero, porque la meta que se estableció de 25 casos por cada cien mil habitantes no se alcanzó y estamos en niveles ocho veces mayores que esa meta. Cuarto, porque siguen siendo necesarias las medidas no farmacológicas, especialmente la limitacion de la movilidad y de la interacción social para frenar la transmisión, y al decaer el estado de alarma nos quedamos sin el adecuado marco jurídico para poder llevarlas a cabo sin tener que entrar en un proceso de judicialización. Y quinto, porque los comportamientos sociales tienden a identificar el fin del estado de alarma con el fin de la pandemia, cuando ese no es el caso para nada. Esto crea una falsa seguridad, una euforia delirante que induce conductas irresponsables y antisociales y un delirio de comportamientos de alto riesgo para la transmisión de la enfermedad.

Hemos entrado en un laberinto kafkiano de medidas disímbolas que cada comunidad autónoma define, de decisiones contradictorias y sin coherencia sanitaria alguna por parte de los Tribunales Superiores de Justicia y de transferir al Supremo lo que debería ser una atribución de la autoridad sanitaria. El caos judicial tiene repercusiones negativas sobre la situación sanitaria.

Los comportamientos de este fin de semana han sido muy irresponsables y han generado un riesgo real de repuntes. Lo sabremos en dos semanas, pero lo más probable es que desaten una ola de contagios sumado a la relajacion de medidas en muchas comunidades. Aun si los repuntes afectan primariamente a personas más jóvenes tenemos todavía una parte importante de la población vulerable, que es aún susceptible porque no está vacunada; y la ocupación de ucis es muy alta. Además, las nuevas variantes generan episodios más severos y con estancias más prolongadas incluso en personas jóvenes.

Si tenemos repuntes y aumenta la incidencia promedio nos alejaremos del objetivo de tener un verano más seguro y más manejable, que sea menos restrictivo y permita reanudar la actividad turística y haga posible algún grado de recuperación económica.

Mientras no controlenos la pandemia globalmente, ningún país estará totalmente seguro. El surgimiento de nuevas variantes que eludan o escapen a las vacunas de las que disponemos actualmente constituye una amenaza real.

Daniel López-Acuña es exdirector de Acción Sanitaria en Situaciones de Crisis de la OMS y profesor asociado de la Escuela Andaluza de Salud Pública.