«La dependencia a las nuevas tecnologías ya es totalmente equiparable a otras adicciones»

Esther R. Soto / L.L.

SOCIEDAD

CARMELA QUEIJEIRO

Los jóvenes gallegos usan cada vez más tiempo sus móviles y, en algunos casos, empieza a suponer un problema. Pero, ¿dónde acaba el uso y comienza la verdadera adicción? Hablamos del tema con el coruñés Antonio Tova de Llano, psicólogo experto en el tratamiento de adicciones.

16 jul 2020 . Actualizado a las 17:25 h.

Seis de cada diez gallegos reconocen que lo primero y lo último que hacen a diario es mirar su móvil y un 21% asegura estar más de cinco horas pegado a este dispositivo. Los gallegos dedican una media de 3 horas y 54 minutos al día a su móvil, solo un poco por debajo de la media nacional que se sitúa en 4 horas y 22 minutos. Estos datos se extraen del último estudio sobre adicción al móvil del portal Rastreator. La situación se agrava si observamos los datos relativos a los jóvenes -entre 18 y 24 años- pues casi la mitad se considera adicto. 

Pero, ¿cómo detectamos realmente si esta adicción es real o simplemente una expresión para referirse a un uso excesivo?  «Uno es adicto en el momento en que la utilización del móvil interfiere negativamente en algún aspecto de su vida: deja de atender a su trabajo o comete errores, no atiende a su familia o amigos, tiene un accidente de tráfico por ir mirando el dispositivo, etcétera.», explica Antonio Tova de Llano, psicólogo coruñés especializado en el tratamiento de adicciones. Para él, la dependencia de las nuevas tecnologías (móvil y redes sociales) ya es totalmente equiparable a otras adicciones, especialmente, la ludopatía: «Muestran pautas similares: concienciación, valoración de riesgos, cambios conductuales...». 

Las nuevas generaciones son tan dependientes de sus smartphones que ya no disfrutan igual de las experiencias si este dispositivo no está presente, si no tienen una fotografía o vídeo que les recuerde aquello que han hecho. No obstante, el uso del móvil en ciertos lugares públicos, eventos o reuniones sociales puede llegar a ser maleducado o incomodar. Tanto es así que ya existe un término que alude al hecho de, en una reunión social, ignorar a alguien por estar prestando atención al teléfono móvil en lugar de hablar con esa persona cara a cara. Phubing (phone+snubbing) en inglés o ningufoneo en castellano. Este comportamiento, nocivo en cualquier interacción social, se está convirtiendo en algo común. «Esta manera de actuar está muy ligada al uso impulsivo e incontrolado de Internet y las redes sociales y, por tanto, es una consecuencia de la adicción al móvil», apunta Antonio.

¿Por qué las redes sociales son tan adictivas?

Es innegable que las redes sociales forman parte de la vida, no solo de los nativos digitales, pues todos los españoles les dedican al menos una pequeña parte de su día. Casi como si se tratase de una distopía futurista, parece que para la juventud el mayor parámetro para medir el éxito social se basa en la cantidad de likes y seguidores que tienen en estas plataformas. Los jóvenes desbloquean el móvil una media de 150 veces al día, lo que equivale a una vez cada 7 minutos mientras están despiertos

El modelo de negocio de estas empresas se basa en la  'economía de la atención', es decir, cuánto más tiempo pase un usuario en esa red, más datos del mismo recopilará. Por eso compiten entre ellas por captar la atención de los usuarios. Esto lo logran gracias al sistema de recompensa variable: lo que empezó como un inocente 'me gusta', se ha acabado convirtiendo en una fuente de recompensa para el cerebro humano equiparable a otras drogas. Es variable porque no sabemos cuando nuestras publicaciones lograrán una recompensa y esa incertidumbre es la que genera adicción.  Actúa directamente en las dosis de dopamina, que es el neurotransmisor de la motivación y la felicidad y funciona ante la anticipación de una recompensa. Por lo tanto, las redes sociales sobreestimulan a los individuos y esto es lo que provoca los problemas de adicción. 

Asimismo, los estudios han demostrado que esta adicción acarrea una serie de conductas para nada positivas como son unos mayores niveles de narcisismo, depresión o una autoestima más baja. Pero no todo es negativo: otros informes también han reportado que los nativos digitales tienen más capacidad para realizar un mayor número de tareas de forma simultanea y son más resolutivos a la hora de enfrentarse a un problema.

Patologías derivadas del abuso del móvil

Una mayor irritabilidad, cambios de conducta, aumento de los casos de obesidad, mayores niveles de estrés, incremento de los trastornos de sueño.... Estos son solo algunos de los problemas psicológicos derivados de la adicción al móvil. Antonio destaca la gravedad de alterar los tiempos de sueño-vigilia: «La exposición a la luz del móvil puede retrasar el sueño debido a la capacidad que tiene para suprimir la melatonina. Hay adolescentes que apenas duermen por estar toda la noche pendientes del móvil, luego están toda la jornada adormecidos».

De hecho, ya han surgido nuevos trastornos ligados al uso excesivo de los dispositivos móviles. Un ejemplo de ello es la nomofobia: el miedo irracional o un nivel elevado de ansiedad por no tener el móvil, ya sea por habérselo dejado en casa, haberse quedado sin batería, haber agotado los datos o simplemente que se haya estropeado. Otro muy curioso es el síndrome de la vibración fantasma. Se trata de una alucinación táctil y sonora por la que la persona cree que su móvil ha sonado o recibido una notificación cuando realmente no ha pasado. Aunque no está considerado una afección como tal sí que es uno de los síntomas de la adicción al móvil.

Además, también han incrementado algunas dolencias físicas debido a las malas posturas como la tensión crónica en el cuello: inclinar la cabeza hacia delante para mirar la pantalla sobrecarga la columna vertebral hasta 27 kilos o más. Estas posturas inadecuadas que se adoptan al usar smartphones pueden provocar sensación de opresión en el pecho y dificultad para respirar con normalidad. Por otra parte, estar mirando constantemente el móvil disminuye el número de parpadeos que debe hacer el ojo por minutos para mantenerse húmedo, por esta razón el enrojecimiento ocular es tan común en las personas que usan en exceso estos dispositivos. También provoca un incremento de la presión ocular, visión borrosa y cefaleas ligadas a la vista.Asimismo, sujetar el teléfono durante períodos prolongados de tiempo puede acabar provocando lesiones en las manos y dedos como el síndrome del túnel carpiano o la tendinitis de quervain, que produce dolor en el pulgar cuando hay movimiento p.ej.: cuando lo desplazamos para hacer scroll en la pantalla del teléfono.

Consejos para la desintoxicación

Cada vez son más los casos de dependencias tecnológicas los que están tratando en la clínica de Antonio. Lo hacen por medio de técnicas de deshabituación: «Lo primero que hacemos es evaluar hasta qué punto la persona es consciente de que tiene un problema. Este tipo de adicciones las detecta el entorno y al sujeto le cuesta más reconocerlas. Una vez que se establece el grado, se marcan pautas en función de la realidad de cada uno y se valoran las estrategias para afrontar las situaciones de riesgo: tiempo libre, momentos con los amigos...».

Con respecto a los menores, el psicólogo ve poco acertado que los padres pongan un móvil en manos de sus hijos antes de los 10 años. «La edad adecuada depende del menor y su aprendizaje en general. Estará muy relacionado con el grado de responsabilidad y necesidad real que pueda tener», apunta. Recomienda además crear unos horarios de uso: «No llevar el dispositivo a la cama ni utilizarlo en cuanto se levanta. Marcar unas pautas o tareas y al cumplirlas poder usarlo. Otra cosa es el uso que pueda hacer por motivos prácticos, como salir con amigos, pues entonces sería un medio para asegurar el contacto en caso de emergencia».

Aunque uno no se va a convertir en adicto de la noche a la mañana, los datos sí que muestran que es necesario tomar medidas para evitar, en la medida de lo posible, el uso excesivo del smartphone. Para ello, Antonio aconseja controlar el tiempo que se le dedica al dispositivo: «Hay que prescindir de él en todo lo posible: al irse a dormir, estando en la mesa, reuniones familiares, etcétera.».