Misas de domingo con protección

Ramón Ares Noal
MONCHO ARES RIBEIRA / LA VOZ

SOCIEDAD

Carmela Queijeiro

Pilas sin agua bendita, la paz «de corazón» y comunión espiritual para evitar la propagación del virus

23 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

«Sin misa no hay domingo». La frase fue pronunciada ayer por el sacerdote Marcelino Sánchez Somoza cuando, a las 10.00 horas, empezaba la eucaristía dominical. Dice que la pronuncia en cada catequesis, y no solo lo hace él, sino otros colegas de casulla y estola. El cura, antes de lanzarse a los oficios, agradeció a los pocos feligreses -menos de una docena- que acudieron al templo de Santiago de Lampón que respetaran la distancia; y no solo eso, les pidió que al acabar la misa regresaran a sus casas igualmente separados, de la misma forma que daba por hecho que lo hicieron para llegar a la iglesia.

Su homólogo de San Martiño de Noia, José Ortoño, empezaba a la misma hora la celebración eucarística a la que solamente acudió una persona, por lo que todos los aspectos a respetar para evitar la propagación del coronavirus estaban garantizados.

«No llamamos a los fieles para que acudan a la iglesia, ni tocamos la campana para evitar el efecto llamada, incluso yo les recomiendo que sigan la misa por la Televisión de Galicia, para evitar salir de casa», explica Ortoño, que, asegura, siguiendo las instrucciones de la Iglesia, celebra la eucaristía a puerta abierta «pero solo cuando hay misa. Luego el templo no se abre ni para rezar».

Fotografía de archivo de la iglesia de Lampón, en Boiro, donde se tomaron medidas a finales de marzo para evitar contagios
Fotografía de archivo de la iglesia de Lampón, en Boiro, donde se tomaron medidas a finales de marzo para evitar contagios Carmela Queijeiro

Tablón de anuncios

Sánchez coincide con su homólogo, y va más allá: «La única misa semanal abierta al público es la del domingo. El resto de la semana, la hago individualmente. La gente cumple muy bien las normas». Él las tiene pegadas en el tablón de anuncios de la entrada a la iglesia.

Ya metidos en la misa, hay aspectos tradicionales que, de mantenerse, podrían convertirse en vías de expansión del virus, como la costumbre de mojar la mano en la pila al entrar en el templo y santiguarse, pero se ha resuelto retirando el agua bendita.

A medida que transcurre la liturgia, van llegando ritos comprometidos que, sin embargo, los sacerdotes han sabido adaptar como un antivirus. El primero, en el momento en el que cura invita a los fieles a darse fraternalmente la paz. En la misa, Sánchez Somoza advierte a los presentes: «Teniendo en cuenta la situación, no es conveniente que nos demos la mano, ni que nos besemos o que nos acerquemos, pero eso no dejan de ser gestos. Lo importante es el deseo, desearnos la paz de corazón, y con eso vale». Explica a posteriori que incluso se puede hacer con un simple movimiento de cabeza.

Si hay otra situación que puede constituir riesgo, ese es en el momento de la comunión. Aunque la gran mayoría de quienes acuden a comulgar acostumbran a coger la partícula con la mano, esta práctica no exime de contagiar el coronavirus, pero también para esto han encontrado solución: «Hemos pasado de la comunión de costumbre, la sacramental, a la espiritual, que consiste en que aquellos que están en condición de recibir la hostia se den por comulgados en el correspondiente momento de la eucaristía», explica un cura.

La ley y la Iglesia permiten a los sacerdotes oficiar misas, siempre que estas cumplan las condiciones del Real Decreto del estado de alarma: aforo limitado, guardar la distancia mínima de un metro entre feligreses y evitar todo aquello que pueda favorecer el contagio del virus.

En Noia el número de fieles fue todavía menor
En Noia el número de fieles fue todavía menor MARCOS CREO

Sin besos ni abrazos

En la comarca, hay más iglesias que celebran la eucaristía abierta al público y hay parroquias que no lo hacen, pero aseguran que nadie llama a los feligreses para que acudan a los templos, ni siquiera a los actos fúnebres: «Esta mañana tuve un entierro y por la tarde tengo dos -explicaba José Ortoño ayer al mediodía-. En el de la mañana, había menos de diez personas, y esa es la tónica de todos».

Los sacerdotes aconsejan a la gente dejar para mejores tiempos los besos y abrazos, para evitar la propagación del coronavirus y de esta forma conseguir llegar a la normalidad lo antes posible. Por delante quedan, al menos, dos domingos más, y quién sabe si la situación no empeora y se ven obligados a cerrar a cal y canto los lugares de culto.