-Comentaba antes que hablar de videojuegos es positivo. ¿Hay un cambio también a nivel social?
-Es una cuestión puramente generacional. Yo, que soy uno de los viejos del lugar, tengo ya un hijo en condiciones de tener hijos, por lo tanto, bastante mayor. Y él ya tuvo consola. Entonces, cuanto antes el videojuego era algo raro, friki o preocupante, ahora es no solo perfectamente válido, sino diría que hasta guay.
-También a nivel laboral.
-Hacer videojuegos también es algo deseable, porque se ha entendido que no es una cosa trivial ni enfermiza, sino que necesita mucho arte, talento, organización, ingeniería y equipos muy bien coordinados. Es una labor muy exigente. Además, los medios de comunicación ya hablan de los videojuegos no como una peculiaridad, sino con normalidad. A diario, de forma natural, como se trata el cine, el teatro o la música.