Un mes en Galicia para ganar años de vida en Ucrania

Antón Parada RIBEIRA / LA VOZ

SOCIEDAD

MARCOS CREO

Una asociación que creó este año su delegación gallega acoge a niños afectados por el desastre nuclear de Chernóbil

24 ago 2018 . Actualizado a las 20:40 h.

Las vacaciones pueden salvar vidas. Quizás resulte una afirmación extraña, pero esta es la realidad del medio centenar de pequeños ucranianos que están pasando parte del verano en España, 13 en el territorio autonómico, gracias a las familias de acogida coordinadas por la asociación Niños de Ucrania. Se trata de un colectivo con base en Andalucía y Madrid, que este año se ha extendido al crear su delegación en Galicia.

Pero, ¿por qué este país? «A pesar do descoñecemento de gran parte da poboación, hai un conflito bélico en curso -en la cuenca minera del Donbáss- e a contaminación do desastre nuclear de Chernóbil segue existindo. Calcúlase que cada mes que estes cativos pasan fóra dos seus fogares aumentan varios anos de esperanza de vida», responde el presidente de Nenos de Ucraína e Galicia, Enrique Iglesias.

Es prácticamente imposible no hallar una dura historia si se pregunta por la situación de estos jóvenes, que en su país natal viven alojados en internados o casas nido, puesto que sus padres carecen de recursos para hacerse cargo de ellos en provincias y zonas de carácter rural. No obstante, también es imposible no encontrar motivos para sonreír al escuchar cómo ha cambiado su vida desde que llegaron el pasado 2 de junio, hasta el próximo martes, cuando regresarán.

«Cremos que a pobreza está en países como África, pero témola en Europa», destacan José Manuel García y Catalina Rodríguez desde la localidad pontevedresa de Cuntis, donde acogen a Ruslan, el más pequeño de estos niños con tan solo 6 años. «O noso rapaz ten secuelas, pois vive a 89 quilómetros de Chernóbil. Cando chegou non sabía dar un bico», explicó la pareja de un pequeño del que la primera foto que recibieron era la de un chico desnutrido y con el pelo rapado. Su transformación física ha sido increíble variando hasta la postura corporal y la sonrisa.

Derribar fronteras

Yelizabeta, Liza, como conocen a esta niña de 9 años en Montealto, ya se ha ganado el corazón de este barrio coruñés y de Xosé Manuel Carril y Cristina López. Ambos han conocido a un montón de nuevas amistades ante la búsqueda de intérpretes, desde un vecino armenio y otro búlgaro a una chica que también estuvo de acogida, algo que ha derivado en una bella puesta en común cultural. Liza fue escolarizada y ha aprendido tanto gallego como castellano junto a la hija biológica de la familia.

Las escenas que derriban fronteras son una constante entre las experiencias con Nenos de Ucraína e Galicia. Cuando Anna llegó al lugar boirense de Cadarnoxo tenía 7 años, mas cuando se marche lo hará pudiendo contar que tuvo un cumpleaños en una ludoteca, con el que nunca pudo ni soñar. María Preciosa Resúa, su madre de acogida, también le brindó el regalo de la amistad al presentarle a su hija y a Daduha, una joven saharaui del programa Vacacións en Paz. Sin embargo, el mayor obsequio que recibió Anna fue ver por primera vez una cascada y correr bajo ella.

Estas son tan solo un puñado de historias de una asociación que busca crecer y que el año pasado se trasladó a Ucrania, a 30 kilómetros de la central nuclear, para el envío de productos de ayuda humanitaria valorados en 30.000 euros. Incluso llegaron a financiar la compra de dos casas, pues cuando tuvo lugar la acogida en invierno -se realiza del 15 de diciembre al 20 de enero-, dos hermanos no tenían vivienda a la que regresar. Había sido pasto de las llamas. Por eso la financiación y la llegada de nuevos socios es vital.

Primera experiencia

La asociación Ledicia Cativa, con base en Ourense, fue pionera en Galicia a la hora de ayudar a pequeños afectados por el desastre nuclear. Desde 1996 acogen a pequeños rusos de Novozykov, conocida como la capital de Chernóbil. Solo este verano han conseguido traer a 60 niños.