«Yo no podía ayudarles en nada»

Carlos Cortés
carlos cortés MONFORTE / LA VOZ

SOCIEDAD

El documentalista monfortino entrevistó a líderes de las FARC en la víspera del 11-S

21 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Era el 10 de septiembre del año 2001. A solo un día de que el siglo XX saltase por los aires en Nueva York, Manuel Valcárcel se disponía a salir de Colombia con un suspiro de alivio. Había pasado 40 días en aquel país entrevistando a líderes campesinos, dirigentes políticos y comandantes de la guerrilla y el peligro se le había pegado a la piel. Le había impresionando la belleza de aquel territorio, pero estaba agotado por una tensión que parecía poder estallar en cada momento y en cualquier lugar. Había viajado desde Galicia amparado por una oenegé y con cobertura del Gobierno colombiano, pero eso no era algo que asegurase gran cosa en aquella época.

Manuel Valcárcel tenía entonces 26 años y trabajaba como cámara para diferentes productoras de televisión. En su Monforte natal, la oenegé local Salvador Allende mantenía relaciones estrechas con entidades sociales de toda Latinoamérica, y a través de ellos conoció a Javier Orozco, un activista colombiano por la reforma agraria que se tuvo que exiliar en Europa después de resultar herido en su país en un atentado de la ultraderecha.

Entrevistas concertadas

En una charla en la que medió Carlos Rouco, hoy fallecido y entonces presidente de la Salvador Allende, Orozco le ofreció organizarlo todo para llevarlo a Colombia con el viaje pagado y una serie de entrevistas concertadas por un sindicato de campesinos vinculado al gubernamental Instituto Colombiano de la Reforma Agraria (Incora). Su misión era recabar en imágenes testimonios sobre el proceso entonces en marcha de devolución a los agricultores de tierras que tiempo atrás les habían sido arrebatadas por terratenientes.

Manuel Valcárcel aterrizó en Bogotá con las escasas garantías de seguridad que le había podido proporcionar Javier Orozco. Le pusieron chóferes empleados en el Incora, con sus identificaciones como funcionarios a modo de salvoconducto contra encerronas paramilitares. Ellos lo trasladaban de unas localidades a otras, pero sobre el terreno era la gente del sindicato la que le ponía en contacto con las personas a quienes entrevistaba. «Los del sindicato estaban muy amenazados, así que no era seguro moverse con ellos por carretera», recuerda ahora.

En aquellos 40 días, Manuel Valcárcel hizo una inmersión completa en las tragedias de la guerra civil que sacudía aquel país. «No llegué a ver ningún combate -explica-, pero oí muchos testimonios terribles sobre muertes y desapariciones». Le impresionaba especialmente que en las comunidades campesinas machacadas por el fuego cruzado -entre ejército, guerrilla y paramilitares- lo recibían como si su sola presencia fuese a servir para hacer justicia. «Me imagino que pensaban que como venía de Europa les iba a ayudar, pero en realidad yo no podía ayudarles en nada».

Una de las paradas de aquellos 40 días en Colombia fue San Vicente del Caguán. Toda la zona había sido desmilitarizada unos años antes por el Gobierno para dejarla en manos de la guerrilla de las FARC y propiciar así un proceso de paz que tardaría todavía más de quince años y muchos muertos en dar sus frutos. Allí le tocó entrevistar a Iván Ríos, un comandante guerrillero de creciente poder que en el 2008 sería asesinado por un guardaespaldas que buscaba la recompensa en dólares que Estados Unidos había prometido por su vida. Su entrevista del 2001 fue emitida siete años después en un programa especial de Televisión Española sobre el líder guerrillero recién asesinado.

Poco después de Colombia, Valcárcel se enroló en la productora Mediapro, en la que hoy continúa como director de fotografía en documentales. Con Mediapro trabajó como cámara en otros lugares en conflicto. Nunca llegó a sentirse tan expuesto como en aquellos cuarenta días en Colombia, «un país espectacular, a pesar de todo».