El suelo gallego agrava la sequía

Xavier Fonseca Blanco
XAVIER FONSECA REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Xavier Fonseca

La naturaleza gallega, hecha a medida para la lluvia, sufre cuando se interrumpe el ciclo natural del agua en la comunidad

11 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Galicia está hecha a medida para la lluvia. Y esto es así porque la naturaleza de nuestra comunidad ha desarrollado los mecanismos necesarios para adaptarse a su clima. Por ejemplo, la orografía y el tipo de suelo permiten evacuar de modo eficiente la gran cantidad de agua que suele caer cada año. «El suelo gallego proviene de la descomposición de granito. Es de tipo arenoso, que significa que dispone de unos granos gruesos que le permiten drenar muy bien cuando llueve. Esto provoca que sea difícil que se encharque. Pero como drena muy bien, al mismo tiempo seca rápido por la parte de arriba en cuanto cesan las precipitaciones», explica Gonzalo Míguez, profesor titular de Física en la Universidad de Santiago.

Con la sequía que sufre actualmente Galicia, que a este paso acabará siendo histórica tanto por la duración como su intensidad, la vegetación está sufriendo mucho. El ciclo natural del agua se ha visto interrumpido al dejar de llover y cuando eso ocurre el suelo lo nota como en ninguna otra región de España. «La vegetación gallega no está adaptada a estos períodos tan largos sin lluvia, al contrario de lo que sucede en otras zonas, por ejemplo del área mediterránea, donde estos episodios de sequía ocurren periódicamente», recuerda Míguez.

Además, la lluvia que ha caído durante los últimos meses tampoco ha ayudado mucho. Incluso puede haber generado una falsa percepción sobre la dimensión real de esta anomalía. Las precipitaciones débiles de agosto y septiembre han permitido que no veamos la vegetación seca, lo cual no quiere decir que no esté sufriendo. «Esas precipitaciones tan escasas consiguieron mojar la superficie lo suficiente como para reverdecer la hierba, pero no para que el agua se infiltre. Hace falta que llueva bastante más porque se necesita un tiempo para que el agua pueda alcanzar las capas más profundas, que son las que realmente alimentan los pozos y los ríos», añade el físico.

Aunque no todos los paisajes gallegos están sobrellevando la ausencia de agua de la misma forma. En este sentido, la elevación del terreno resulta fundamental. Míguez lo explica así: «Las zonas que están un poco más elevadas lo pasan peor que las de los valles, porque aquí el agua converge desde los montes. El agua también se infiltra en los lugares elevados, pero a través del terreno va descendiendo hasta concentrarse en las partes bajas, donde al final acaba llevándosela los ríos. Por ello, las zonas de los valles suelen mantenerse húmedas mucho más tiempo y aguantan mejor las sequías».