«La suerte de un bígamo»

Á. M. Castiñeira REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Un vecino de Lugo vuelve a casa después de años emigrado en América. Poco tarda en saltar la sorpresa, que viaja tras él en un trasatlántico

25 mar 2017 . Actualizado a las 11:14 h.

Hubo una época en la que el marido por partida doble era una especie que proliferaba a sus anchas. Los casos que saltaban a la prensa, seguramente la punta del iceberg, eran numerosos. Muchas veces, los hombres emigraban solos. Tomaban un barco para La Habana o para Pernambuco mientras la familia esperaba el regreso. Y con un océano de por medio, la ocasión hacía al bígamo.

Otras veces había embaucadores profesionales que no necesitaban cruzar el charco para meterse en él, como el protagonista de una noticia titulada «Las andanzas de un ''vivo'' en Galicia», que era un «famoso bígamo y brillante estafador», de apellido Portolés unas veces y Llucía otras. Anduvo por Cambados, Reus, San Sebastián y Betanzos, donde «estuvo a punto de casarse con la hija de un fondista». En Ribadeo se hizo pasar por «hijo de americano riquísimo. Habla de sus grandes plantaciones y consigue que lo denominen el rey del cacao. ¡Y menudo cacao arma!». Se enamora de la hija de una familia catalana que vive en el pueblo, aunque «se hace empresario de ''varietés'' y se da a la vida de sultán, con serrallo y todo; pero estaba herido en el corazón, porque amaba con locura a la catalanita». Así que «se casa por quinta vez». 

«Comentarios sabrosísimos»

Cuando se destapa el pasado del marido, la cosa acaba mal: «Adelaida le ha costado a Llucía 20.0000 duros, la salud y la libertad. Nada más...».

También había quien caía en la bigamia en busca de una segunda juventud. «Noticias recibidas de Cádiz dan cuenta de un suceso allí ocurrido, que está dando lugar a comentarios sabrosísimos. Una joven contrajo matrimonio con un conocido industrial. Este resultó casado anteriormente. Al enterarse, la primera esposa lo denunció. Los nuevos esposos han desaparecido».

De vuelta al caso clásico, este solía ajustarse, más o menos, a esto: «Hoy se presentó en el juzgado de guardia una joven denunciando como bígamo a su marido. Este marchóse a la Argentina contrayendo allí matrimonio con una joven asturiana».

Otras veces la historia daba más de sí. «Está siendo muy comentado en la ciudad de Lugo el suceso siguiente: Trátase al parecer de un vecino de aquella población que hace algunos años se ausentó dejando allí a su esposa. Ahora regresó de América a su hogar». Hasta ahí, el relato sigue los cauces habituales. El hombre volvió y dejó atrás su doble vida. O eso creía, porque «no contaba, sin duda, que tras él vendría una segunda esposa, con tres pequeñuelos, en busca de su ''marido'' y padre de los niños». 

«El jollín no es para descrito»

Decía La Voz que «el tal sujeto, al verse sorprendido con la inesperada visita, no supo disculpar su proceder, llegando a enterarse de todo su primera esposa». Una situación peliaguda. De hecho, «el jollín que se armó no es para descrito».

Si el asunto ya pintaba mal para el pobre hombre, aún se complicó más cuando la Justicia se metió de por medio. «Del hecho conoce el juzgado que se encargará de descifrar este drama y de anular el segundo matrimonio, si es que efectivamente existe, como se afirma por la infeliz que creyó en las palabras de un hombre ya casado».

No contaba con que la fortuna le iba a sonreír. El periódico encabezaba el desenlace con un titular polisémico: «La suerte de un bígamo». De verse entre rejas, pasó a beneficiarse de «una solución cómoda». Y es que «la primera mujer [...] otorga el perdón más amplio a [...] su marido legal. Dícese que la citada mujer, dirigiéndose a su esposo, le dijo: ''Yo no contaba contigo después de los años que hace no diste cuenta de tu existencia, y como para ganar el sustento no necesito de ti, puedes marchar [...] con esa mujer a la cual has engañado y con tus hijos, pues no quiero hacer desgraciadas a las infelices criaturas a quienes tendrías que abandonar, yendo a morir a un presidio''».