La paella de Cortegada bate récords y cautiva a 1.700 comensales de toda Galicia
SILLEDA
Un cocinero valenciano acude a elaborar el plato en una fiesta gastronómica que se consolida tras catorce ediciones
19 jul 2014 . Actualizado a las 08:00 h.Nada tan gallego como la paella. Fácil de encontrar en cualquier guía destinada a exaltar los platos típicos de Galicia. Aunque si optamos por buscar las fiestas gastronómicas que jalonan el calendario anual encontraremos como destino Cortegada si ansiamos degustar un arroz en su punto. Al estilo valenciano claro, que al fin y al cabo la paella saltó fronteras y presenta múltiples variantes.
En esa parroquia de Silleda, en el interior pontevedrés, decidieron hace ya catorce años exaltar las excelencias culinarias de la paella. Y cada vez ganan más adeptos para la causa. Dos días antes de cerrar el plazo ya tuvieron que bajar la reja de la taquilla porque estaban cubiertas las 1.700 plazas disponibles para degustar anoche el menú arrocero. Comensales satisfechos ya que muchos repiten experiencia, llegados de rincones de toda Galicia. El precio asequible, 10 euros por barba, animaba todavía más.
La jornada empezó temprano para el restaurador Santiago Becerra y sus numerosos ayudantes reclutados entre los miembros de la comisión organizadora. El cocinero valenciano tiene desde hace varios años marcado en su calendario el viaje hasta Cortegada en julio. Lavar, pelar, trocear, cocinar eran verbos entonados con metódico ritmo para servir la paella en su punto y a la hora prevista.
La decimocuarta edición sumó cifras pantagruélicas. Más de 1.100 kilogramos de productos se cocieron a fuego lento en la paellera gigante. Del ingrediente estrella, el arroz, fueron 275 kilos, junto con 330 de carne, tanto ternera como pollo. No faltó la aportación del mar, con 180 kilos de mejillones, sumándose otros 120 de legumbres.
Los más glotones pudieron repetir paella, aderezada con pan y vino. No faltó el queso y el membrillo de postre. Un completo menú degustado bajo una carpa. Previsores en la organización ya que fue una noche desapacible, con la lluvia dispuesta a aguar la fiesta. Y quienes tuvieran ganas de marcha podían poner el colofón al atracón de estómago con unos bailables al son de la música de orquesta.