El papa Francisco, ¿revolución o márketing?

andrés losada REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

El papa Francisco durante la audiencia general en la plaza de San Pedro el pasado día 19.
El papa Francisco durante la audiencia general en la plaza de San Pedro el pasado día 19. gabriel bouys < / span>afp< / span>

Un año después de su elección, el papa ha cambiado la imagen de la Iglesia y empieza a modificar sus estructuras, aunque algunos dogmas católicos permanecen inamovibles

09 mar 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

El 13 de marzo del 2013, el cardenal francés Jean-Louis Pierre Tauran, en su calidad de Protodiácono, se asomó al balcón de la plaza de San Pedro donde una multitud enfervorizada aguardaba con expectación la identidad del sucesor de Benedicto XVI. Cuando pronunció el nombre de Jorge Mario Bergoglio, la masa se quedó descolocada por un instante, para a continuación prorrumpir en vivas y aplausos de compromiso.

Un año después de aquel momento histórico -se cumplirá el próximo jueves-, el papa Francisco ha dejado de ser un desconocido y el impacto que ha tenido para la imagen de la Iglesia católica puede calificarse sin lugar a dudas de revolucionario. Cogió una Iglesia en sus momentos más bajos, con graves escándalos relacionados con las finanzas del Vaticano y los casos de pederastia, con una desconexión hacia los problemas reales de la gente y un discurso que choca frontalmente con la forma de vivir en el siglo XXI, y le ha dado la vuelta, al menos en su apariencia externa.

Francisco se ha convertido en una estrella mediática y lo ha hecho prácticamente sin salir de casa: apenas ha dejado el Vaticano en cuatro ocasiones, para viajar a Brasil (para la Jornada Mundial de la Juventud), Lampedusa, Asís y Cerdeña. No rehuye a las masas como Ratzinger, pero tampoco necesita hacer miles de kilómetros en avión como Juan Pablo II porque su mensaje se difunde a través de las redes sociales. Tiene 12 millones de seguidores en su cuenta de Twitter (@Pontifex), donde es cuatro veces más popular que Obama, y próximamente abrirá pefil en Facebook, según anunciaba recientemente la garganta profunda del Vatican Insider.

La devoción llega al extremo de que esta semana el grupo Mondadori ha puesto a la venta la primera revista dedicada exclusivamente a Francisco. Il mio Papa (Mi Papa, 0,50 euros y semanal), con una tirada de tres millones de ejemplares, nace al observar cómo el pontífice «ha provocado una nueva atención en el enfoque de los temas éticos, religiosos y de moral», según su director Aldo Vitali. En Argentina, por otra parte, se prepara la primera película biográfica sobre Bergoglio, titulada Historia de un cura y que dirigirá Alejandro Agresti.

Austeridad ejemplar

¿Qué ha hecho Francisco para despertar este inusitado interés? Desde el primer momento, su discurso se ha apoyado en dos puntales: austeridad y defensa de los excluidos. Lo primero lo ha demostrado con gestos aparentemente populistas pero de gran efectividad como aceptar el modesto Renault 4 que le ofreció un sacerdote de Verona, o la decisión de renunciar al dulce retiro vacacional en el palacio de Castel Gandolfo y abrir sus jardines al público.

Una de las escasas crisis que ha tenido que afrontar en sus primeros 365 días como papa fue la polémica del obispo de Limburgo (Alemania), investigado por desviación de fondos en la construcción de su vivienda. Una ostentosa sede episcopal que costó 40 millones, con bañeras de 15.000 euros y decorada con materiales nobles y estanques con carpas japonesas. Francisco lo llamó a capítulo y le apartó de su diócesis; lo último que se sabe de Franz-Peter Tebartz-van Elst es que vive retirado en un monasterio de Baviera.

La segunda característica que ha despertado las simpatías hacia Francisco, incluso entre quienes no destacan por sus convicciones religiosas, es su acercamiento a los sectores tradicionalmente marginados por el catolicismo. Fue significativo su reconocimiento de los homosexuales -«¿quién soy yo para juzgarles?», preguntó-, que demuestra la brecha que existe con otra parte de la Iglesia (acaso la que él se ha propuesto desterrar) que todavía los considera y califica de enfermos.

También ha roto moldes con su reivindicación continua del papel de la mujer, a la que reconoce un «rol primario». Sin embargo, su apelación a una presencia femenina «amplia e incisiva» en la Iglesia no se ha visto acompañada de nombramientos de cargos de responsabilidad dentro de las estructuras vaticanas que el papa ha empezado a reformar. Y el propio Francisco ha recordado el «papel insustituible» que las mujeres deben ocupar en la familia, ignorando que en una sociedad moderna las tareas se reparten por igual entre los dos cónyuges.

Posición sobre el aborto

Respecto al aborto, Francisco ha mantenido una posición que no puede ser otra que la oficial de la jerarquía eclesiástica, pidiendo que «se garantice la protección jurídica al embrión tutelando a todo ser humano desde el primer momento de su existencia». Pero también, en su primera exhortación apostólica (Evangeelii Gaudium, La alegria del Evangelio) mostró su comprensión hacia las mujeres que abortan en caso de violación o extrema pobreza. «¿Quién puede dejar de comprender esas situaciones de tanto dolor?», inquirió.

La alocución durante una audiencia a los obispos polacos -representantes de una de las iglesias más conservadoras- instándoles a no excluir a los divorciados adelanta un futuro nuevo estatus para estas personas dentro de la legalidad católica. Y así, atrayendo a separados, gays, inmigrantes, parados y desheredados, Francisco camina hacia su ideal de «una Iglesia pobre y para los pobres».