EL QUE no se clasifica es por que no quiere. Y no hablo del Real Madrid. Si es usted un hombre a punto de reconocer que esa concesión al colutorio no tiene por qué significar que ha localizado al metrosexual que muchos llevan dentro, no desespere; le queda el recurso de autoproclamarse ubersexual, que viene a ser el machote de toda la vida pero con licencia para confesarlo. Si ronda los treinta años, vive como un señor en casa de papá, invierte su nómina en forrar el ropero con trapos de Prada y ha decidido aplazar los compromisos vitales hasta que la vida sea intrínsecamente perfecta, tranquilícese. Ni tiene un morro superlativo, ni sufre síndrome de Peter Pan, ni es un perfecto adultescente; es, en realidad, un yeppie , y comparte rasgos generacionales con personas suficientes como para convertirlo en sujeto involuntario de una tendencia. Algo que relaja un montón y además lo libera de ser un simple twixter , esos jóvenes que viven a los treinta como si tuvieran veinte, pero sin el argumentario moral con el que se han pertrechado los yeppies , seres que, en el fondo, sólo buscan la perfección. Si fue hippie , después yuppie , formó parte de la generación x y acompañó a la y , revísese, quizás haya acabado siendo un bobo , un bourgeois bohemian que se pirra por el sushi , suspira por un loft , se relaja con el yoga y devora haikus . Si no es nada de lo dicho, quizás simplemente sobreviva.