Meg Ryan cambia de cara

La Voz

SOCIEDAD

PATRICK BAZ

Hechos y figuras

17 oct 2003 . Actualizado a las 07:00 h.

Meg Ryan ha dado un giro tan grande en su vida que le ha cambiado hasta el aspecto. Ella, que tenía una cara preciosa, se ha convertido en una caricatura de sí misma. Demasiadas visitas al cirujano o, mejor, una equivocación a la hora de elegir especialista, le han llevado a lo que es ahora. En las últimas fotos ya se le veía rara, pero no me digan que en esta imagen que les traigo hoy no está extrañísima: tiene esa cara de recauchutada que tanto puede pertenecer a la Begum como a Tita Cervera o a Ivana Trump. Una pena, mil veces mejor le hubiesen sentado las arrugas propias de su edad, que no aparecer con la cara inflada como si le hubiesen enchufado un bombín. Hablando de cuerpos, también les traigo el de Pamela Anderson. No lo hago porque me hayan achicharrado los de la banda de la viagra -los tengo tan a raya que ahora casi me tratan de usted-, sino por la ironía de la historia. La buena de Pamela posa así de sugerente, con estratégicas hojas de coliflor (¿se acuerdan del chiste de jaimito...?), para animar a la gente a hacerse vegetariana. Y me pregunto: ¿No es demasiada guasa exhibir carne para promocionar las verduras? Y de Hollywood salto a Bagdag para mostrarles cómo se preparan para alquilar los vestidos de novia, como se ve en la foto grande. Aquí hay muy pocas posibilidades de arrendar un trajecito de novia para ese día -el que nos han vendido como el más bonito de la vida de una mujercita perfecta- pero está visto que en países con economías más apretadas debe ser práctica común. Y claro, todo es proporcional. Si el Estado, por no tener, casi no tiene moneda oficial, pues difícilmente tendrá tintorerías industriales, y aquí entra la imaginación del empresario. ¿Que no hay máquina para adecentar el vestido tras la boda de turno? Pues se lava a mano. Enseñando la foto por la redacción, mis compañeras de Internacional, acostumbradas a ver, leer y escribir de miserias, lo tenían claro: menos mal que lavan cada vestido colgado de una percha «y no en una tina gigante todos juntos». Pues tienen razón. De héroe a villano ¡Pobre Yang Liwei! Recordarán que ayer se lo presentaba en esta misma sección como el nuevo héroe de China, después de su aventura espacial, la primera con tripulación que organizaba el país asiático. Pues este taikonauta, astronauta o lo que sea, ha caído en desgracia por una frasecita. ¿Que qué dijo? Pues una fruslería: que desde el espacio no se ve la muralla china. Imagínense, si aquí es de dominio público que la muralla china es el único monumento del mundo que se puede ver desde el espacio, en China tiene que ser dogma de fe. Y ahora viene un astronauta de nada, que tan sólo ha dado catorce vueltas a la Tierra, para decir que de eso nones. No sé, es como si un arqueólogo nos dice a nosotros que la Torre de Hércules la hicieron los ilustrados del siglo XVIII, o que la Alhambra de Granada es una aberración arquitectónica. ¡Anatema! El cantante Julio Iglesias ha puesto a la venta su mansión de Miami, por la que pide unos treinta millones de euros. El motivo es que tanto él como su familia -recuerden, Miranda Rijnsburger y sus cuatro hijos- han decidido vivir en sus casas de República Dominicana y España. Hace poco salió en el ¡Hola! la casa de Punta Cana y no me extraña que les guste más. Pero tal vez el abandono de Miami se deba a que cualquiera tiene una casa en el bello Estado de Florida y, claro, eso para Julio debe ser peor que para la Preysler vestirse en Carrefour.