El día de nuestras vidas

Alba Díaz-Pachín alba.diaz@lavoz.es

SOCIEDAD

03 feb 2003 . Actualizado a las 06:00 h.

No sé si la imagen de hoy les recuerda algo. Es una marmota que cada 2 de febrero sale de su guarida bajo la atención de centenares de personas en Punxsutawney, una pequeña localidad del norte de Estados Unidos, que vivió ayer su día más tradicional. El roedor sale de su guarida y, si ve su sombra, la leyenda dice que habrá seis semanas más de invierno en Norteamérica. Para desgracia de los norteamericanos, Phil , que así se llama la marmota, vio su sombra, oscureciendo un poco más las perspectivas de los estadounidenses que, la verdad, no ganan para desgracias. Tal vez ahora ya les suene un poco más el show de Phil . Efectivamente, es el hilo conductor de Atrapado en el tiempo , una divertísima película protagonizada por Bill Murray y Andie McDowell , en la que Murray encarna a un detestable hombre del tiempo que, por sus malos modales, se ve atrapado en una especie de hechizo que le obliga a vivir el mismo día una y otra vez: el día de la marmota. No les voy a contar la película porque, si la han visto, seguro que la recuerdan y, si no, pues es mejor que la vean en alguna de las muchas reposiciones que de ella hacen las televisiones. Pero les emplazo a que pongan a prueba su memoria y se planteen si algún día de los que han vivido les gustaría repetirlo una y otra vez. Recuerden su día perfecto y ahora hagan el ejercicio de imaginarse que cada vez que suena su despertador se levantan en ese mismo día. ¿Lo harían? ¿estarían dispuestos a renunciar al resto de su destino por revivir una y otra vez algún día que ustedes mismos eligieran? Les dejo con la reflexión e, incluso, si a alguno de ustedes les apetece contarme qué día sería ese que estarían dispuestos a revivir, ya lo saben, espero sus emilios. Ahora bien, no me revelen ningún secreto, que ya saben que yo luego lo cuento todo. Las esperanzas de Ben Affleck Si le preguntáramos a Ben Affleck por su día favorito, seguro que elegiría la jornada en la que conoció a Jennifer López. Porque, vayua pareja, no paran de decirse lindezas el uno a la otra y viceversa. La última del protagonista de Pearl Harbour es su deseo confeso de tener ¡ocho hijos! con la star hispana. No sé si saben que las malas lenguas divulgaron que la pareja iba a firmar un contrato matrimonial en el que, entre otras cosas, Jennifer se aseguraba tener sexo con su marido al menos cuatro veces por semana. No está mal, la verdad. Con esa cadencia y algo de descontrol contraceptivo, en unos cuantos años juntan los ocho hijos como si tal cosa. Seguro que fondos para mantenerlos no les van a faltar. La única duda es si aguantarán tanto, porque a la actriz y cantante, los novios y los maridos le han durado más bien poco y, que se sepa, no tenían cláusulas matrimoniales tan sexualmente exigentes como la que ha firmado Ben Affleck. No sé yo si mi relación llegará algún día a plantear un contrato matrimonial, pero les garantizo que tengo muy presente esa cláusula y que, llegado el momento, me plantearé muy seriamente incluirla en los compromisos de futuro. Eso sí, lo de los ocho hijos, ya no lo veo tan claro.