22 feb 2001 . Actualizado a las 06:00 h.
Otra laguna de la ley lo supone el hecho de que para la extracción y posterior patente de un material vivo de un ser humano no es obligatorio el consentimiento previo del afectado. «A partir de agora -explicó el diputado del BNG Carlos Aymerich- si extraen algunha célula a unha persona no se sabrá que vai pasar con ela, e si poderá ser explotada comercialmente por unha empresa». En este caso, también es válido el ejemplo de la explotación por parte de una empresa americana de las células de la sangre del cordón umbilical de un recién nacido. La ley, según el Grupo Mixto en el Congreso, atenta contra los derechos humanos y pone al servicio del sector privado un patrimonio de la humanidad.