Drama, intriga y acción en la vuelta con más sobriedad y más belleza de «Los anillos del poder»
PLATA O PLOMO
La ficción derivada de la imaginería de Tolkien regresa con alguna escena destacable en una nueva temporada ya disponible en Prime Vídeo
02 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Mejora palpable en el retorno de Los anillos de poder a la parrilla de Prime Vídeo. A pesar de la avalancha de críticas, muchas infundadas, que le cayeron a su primera temporada, Amazon ha decidido continuar con la propuesta derivada de la imaginería de Tolkien. El gigante de la venta online va sobrado de capital, pero esta vez se nota la abundancia de medios y los guionistas se han devanado los sesos para que todo fluya con más enjundia, al menos en los tres primeros episodios disponibles hasta la fecha.
Quienes busquen la réplica exacta del universo de El Señor de los Anillos, seguirán encontrando pegas, pero cabe recordar que estamos ante una adaptación audiovisual que se toma sus licencias creativas, acorde a las necesidades del formato, como hizo Peter Jackson en su día, cuando nadie sabía lo que significaba la palabra woke.
Una de las críticas más extendidas estos días en las redes sociales es la aparente humanización de los orcos, con la aparición de una familia de criaturas del averno con sentimientos. Una pareja, macho y hembra, insinúa un arrumaco con un bebé entre los brazos. Esta estampa ha indignado a los fundamentalistas, faltaría más, pero quienes salen del barro son los Uruk-hai, creados por el pérfido Saruman.
Los horripilantes orcos, de sobra conocidos, parecen descender de un grupo de elfos descarriados, retorcidos por el lado oscuro, luego pueden aparearse como se puede intuir en las páginas de El Silmarillion. Si tienen su corazoncito, ya es otra cosa, puede dar pie a discusiones, pero se abre una interesante vía de expresión.
La nueva sesión de Los anillos de poder, cuyo principal problema puede ser que muchos espectadores se bajaron del carro en sus primeros pasos, propone más novedades, aparte de dejar caer que los orcos no son, necesariamente, un ejército de lemmings sin emociones que siguen ciegamente a su siniestro amo.
Todos los capítulos empiezan con un necesario resumen para situar a la audiencia tras dos años de espera. Habrá quien se ahorre con este repaso parte de la primera temporada, o quizás entera (no es mala idea).
El capítulo inicial echa a andar como una película de terror. Un flash-back nos explica, para una mejor comprensión, de dónde viene Sauron, personaje clave en torno al cual se desarrollan los diferentes hilos argumentales en el espacio-tiempo. Sigue habiendo varios focos de atención, pero cuesta menos centrarse en la travesía de los diferentes roles inmersos en la partida. Los anillos, tres hasta el momento, también son vitales en el arco argumental. Por cierto, el elfo oscuro cambia de rostro. Habrá quien no se dé cuenta de que Adar es otro actor, una buena señal. No se han dado explicaciones suficientes a esta decisión, ya que Joseph Mawle (The Hallow) era de lo mejorcito del reparto. Le sustituye Sam Hazeldine, visto en The Witcher. El cambio no supone un tropezón.
Los anillos de poder cuida más la imagen en su continuación. Hay escenas realmente bellas, sin que el CGI se note demasiado. Increíble el trabajo de las prótesis y los efectos físicos.
El primer capítulo es para Sauron, los elfos, especialmente Elrond y Galadriel y el ejército de orcos y Uruk-hais comandado por Adar. El segundo es para los enanos, el mejor ingrediente del pastel. Su caracterización, manera de expresarse, diálogos e interrelaciones mejoran respecto a la primera temporada, con un carisma indudable.
El personaje que presuponemos que es Gandalf —lo contrario sería una sorpresa— también toma su protagonismo, con la entrañable compañía pelosa.
El tercer episodio está dedicado a los hombres, con una inquietante escena de apertura en la cual Isildur se las ve con una araña gigante en una sombría cueva. La secuencia es gloriosa, con más tensión que Alien: Romulus y un estimable acabado visual.
Más acción Estallan las intrigas palaciegas y somos conscientes de que la serie pretende ofrecer algo más que acción. Contiene algunas coreografías nada desdeñables, pero la política —las alianzas, fricciones y traiciones— son la sal de la ficción. Las luchas por el poder son vitales a la hora de disfrutar con la creación de Tolkien en todas sus vertientes. Exprimir el material original, más allá de lo obvio, parece ser uno de los objetivos marcados en esta esperada vuelta al ruedo que, a ratos, se envalentona, con destellos de audacia que pueden dar sus frutos en un futuro. Sigue sin brillar como cualquier amante de la Tierra Media.
A la espera del desarrollo total de la serie, Los anillos de poder apunta mejor el tiro. La nueva temporada se antoja más sobria que su predecesora, explota con más ganas los momentos dramáticos y propone algunas escenas de intriga y batalla que llaman más la atención. Se da más tiempo a los personajes, el ritmo no se resiente tanto al despachar los diferentes bloques antes de cambiar de foco de atención, lo que es de agradecer para una mejor digestión.
Quizás falta equilibrar el conjunto de subtramas, alguna algo más floja, pero se nota cierto interés en que la oscuridad se vaya apoderando más de la serie, apostando por una mayor intensidad en la emoción. Tiene bastantes problemas por resolver pero alguien ha tomado apuntes y ha hecho algo de caso a las críticas de la primera temporada, algo poco habitual más allá del fan servicial.