«El libro de Boba Fett»: Una serie de Star Wars rabiosamente imperfecta

borja crespo MADRID / COLPISA

PLATA O PLOMO

François Duhamel

Disney+ ha estrenado ya toda la temporada de su segunda serie de acción real ubicada en el universo creado por George Lucas

09 feb 2022 . Actualizado a las 21:01 h.

El estreno de El libro de Boba Fett fue visto por una audiencia envidiable, por encima de la media de muchos lanzamientos estrella de Netflix, pero la última serie apadrinada por Disney+ (que deriva del universo Star Wars) es una de las más criticadas de la franquicia, hasta el punto de que nadie se la pierde cada semana para ponerla a caldo. Esta actitud de los fans de la imaginería de George Lucas se ha tambaleado con el penúltimo episodio, acogido con algarabía. Su impacto ha empujado a los internautas a subir las puntuaciones en Internet de las tribulaciones del popular cazarrecompensas, al que, curiosamente, no se le ve el plumero en todo el capítulo.

El protagonismo se lo lleva Mando, descolocando al personal porque parece que se ha colado una entrega de The Mandalorian en mitad de la temporada para intentar levantar el ánimo de los alicaídos seguidores. Evidentemente, a pesar de algunos comentarios absurdos en Twitter, campo de rumorologías delirantes, la pieza ya estaba producida con antelación, nadie es capaz de escribir el guion y rodar con efectos visuales corriendo como el viento para salvar los muebles. Teorías ridículas aparte, si algo queda claro es que esta vilipendiada serie es una caja de sorpresas. Cuenta con capítulos impactantes y otros dignos de ser escondidos bajo la alfombra de Disney+, ya de por sí bien nutrida. Vaya por delante que una serie que reivindica a personajes con caretas de goma, látex, los animatronics, el matte painting y otras técnicas míticas de antaño, no puede ser mala, pero la primera sesión de El libro de Boba Fett es impredecible en cada entrega. Comenzó remitiendo directamente a Bailando con lobos, con el protagonista principal surgiendo de entre las vísceras del gusano gigante del Gran Pozo de Carkoon en Tatooine. Los jugos gástricos del sarlacc hacen mella en su piel, le vimos caer al abismo en El retorno del Jedi, pero logra sobrevivir malherido al ser socorrido por los moradores de las arenas, que lo acogen y le enseñan sus costumbres hasta el punto de empatizar con la tribu y pasar de prisionero a aliado. Diversos flash-backs cuentan este proceso y la evolución del personaje, con un pistoletazo de salida algo anodino bajo la dirección de Robert Rodriguez y con guion de Jon Favreau.

El director de El mariachi y Abierto hasta el amanecer firma los episodios más plomizos, a pesar de figurar también en la producción ejecutiva. Las escenas de acción no se le dan bien, no pone toda la carne en el asador, como si estuviera cumpliendo sin ganas con el mínimo expediente, además de introducir algunos conceptos estéticos que no cuadran dentro del canon del universo cinematográfico de Star Wars. Tras el traspiés inaugural, por fortuna, toma las riendas del espectáculo Steph Green, una realizadora con más energía, que luce en los créditos de series como Preacher o Watchmen. Sube la nota media con una pieza con mucha adrenalina que bebe del wéstern, con un trepidante asalto a un tren galáctico con los bandidos tusken y Boba Fett a pleno rendimiento. Esta continuación, con ecos de Lawrence de Arabia, coloca a la serie en otro lugar en el cual dura más bien poco.

El rayo de esperanza que arrojó el segundo episodio de El libro de Boba Fett se vio ensombrecido por otra entrega sin fuerza de Rodriguez, al que parece no interesarle demasiado el show. Presenta nuevos personajes que parecen surgidos de un catálogo de juguetes, apuntala la idea de que hay una trama mafiosa en torno a la cual gira todo lo demás y enseña fugazmente a Krrsantan el Negro, personaje que surge de los tebeos de Star Wars. El cuarto peldaño en la senda tampoco aporta mucho más, salvo la entrada en el reparto de Danny Trejo, probablemente gracias a su amistad con el responsable de la saga Spy Kids. En medio de esta incertidumbre que da para numerosos debates y teorías en internet, irrumpe el quinto capítulo, obra de Bryce Dallas Howard. 

En el aplaudido quinto episodio no aparece, para nada, Boba Fett, y apenas hace acto de presencia Fennec Shand. La entrega se revela como el capítulo 17 de The Mandalorian —la primera serie de Star Wars donde ya aparecía Boba Fett—, con lo cual la historia ya juega con ventaja. Mando consigue una nave nueva y aterriza en Tatooine para participar en una supuesta guerra por el control de los negocios subterráneos en el planeta. La suerte está echada para que aparezca hasta Grogu, el bebé Yoda, en la season finale. Sea o no una concesión, la maniobra ha funcionado y Bryce Dallas Howard ya suena como la salvadora de la franquicia. Veremos cuánto tardan en bajarla del pedestal los fundamentalistas.

Probablemente El libro de Boba Fett es la serie más discutida del momento, y no es para menos, atendiendo a lo expuesto. Funciona como una montaña rusa. Hay capítulos sumamente entretenidos y otros terribles de ver, con lo cual habrá que analizarla en su conjunto, una vez se estrene toda la temporada, para aportar un justo veredicto, pero es inevitable hablar de ella, por lo que podría haber sido y lo que quizás todavía puede llegar a ser. El estreno de esta semana va a romper audiencias.