«Bandersnatch» en el laberinto

Beatriz Pallas ENCADENADOS

PLATA O PLOMO

30 dic 2018 . Actualizado a las 12:20 h.

Hay momentos en los que uno percibe que está ante el nacimiento de algo de nuevo. La película interactiva de Black Mirror es uno de ellos. Bandersnatch no es un filme al uso, ni tampoco un videojuego, pero reúne elementos de ambos que se fusionan para crear un juguete que propone al espectador el reto de tomar decisiones mientras se desarrolla la historia de Stefan, un joven que quiere convertir una novela en un videojuego y que percibe que alguien desde fuera está manejando los hilos. En distintos puntos, el menú despliega dos opciones y concede unos pocos segundos para elegir. El engranaje está ajustado para que el truco no se note y la narración fluya. Si el espectador no elige nada, Netflix lo hace por él. De ese modo el usuario va recorriendo como un ratón de laboratorio los pasillos de un laberinto que conduce a varias salidas y en el que a veces hay que volver atrás, por lo que la duración y el desenlace son distintos en cada caso.  

Bandersnatch no es el mejor episodio de Black Mirror. La forma pesa a veces más que el fondo, pero sigue mereciendo la pena adentrarse en él. Tampoco es pionero en experimentar con la narrativa interactiva, que Netflix testó antes con formatos infantiles y Steven Soderbergh probó con Mosaic dentro de una aplicación. Pero sí es la primera vez que este recurso se populariza y logra una apariencia de producto viable. Solo el tiempo dirá si marca un camino o es un fuego fatuo como el cine en 3D.