Tiritas para una hemorragia

Ignacio Carballo González
Ignacio Carballo LA SEMANA POR DELANTE

SANTIAGO CIUDAD

25 oct 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La hostelería compostelana se pregunta hoy hasta cuándo podrá resistir el devastador sacrificio que se le impone por la pandemia. El resultado de la aplicación del nivel tres de restricciones en Santiago decretado por la Xunta está ya a la vista, apenas tres días después, en las calles más hosteleras de la ciudad: desolador. Son calles de puerta de cerrada. Y, lo que es peor, atenazadas por la incertidumbre de no saber hasta cuándo porque los datos de incidencia del covid, que nos bombardean cada día hasta el temible punto de la insensibilidad, no auguran nada bueno. Tirar la toalla y volver a los ERTE, como en marzo, se impone a la búsqueda de soluciones ya más desesperadas que imaginativas para mantener las cocinas y las cafeteras calientes. No hay clientes. La oficialidad estadística ilustra tan penosa realidad, que ya alcanza incluso a los hoteles de grandes cadenas, los que parecían intocables: los estragos en el turismo impactan más en Santiago que en otras ciudades gallegas por su mayor dependencia de los visitantes extranjeros, que en septiembre fueron solo 4.387, frente a los 53.564 del mismo mes del año pasado, y los nacionales apenas la mitad, de 41.913 a 21.251. En total, las pernoctaciones en la capital han caído el 72 %. ¿Y qué decir del consumo de los residentes y de los visitantes que entran y salen cada día pero no pernoctan, esos que mantienen la actividad cotidiana de bares y restaurantes? Frente a esta realidad que desangra al sector, las Administraciones aplican tiritas voluntariosas, pero insuficientes y tardías. El ocio nocturno está cerrado desde mediados de agosto y ahora empezará a recibir ayudas autonómicas (4,8 millones para toda Galicia) que permitirán tapar algunos agujeros pero no evitarán la quiebra total de una gran parte de los negocios. Y el Concello de Santiago se vuelca con los hosteleros concediendo 138.700 euros en tres líneas de ayudas para 186 solicitantes y dando facilidades para que la apesadumbrada clientela consuma en las terrazas, justo cuando el mal tiempo las hace menos operativas, aun en el caso en que los bares que no las tienen puedan invadir un par de plazas de aparcamiento. ¿A alguien puede extrañarle que se pongan en pie de guerra?