Alburquerque

Xurxo Melchor
Xurxo Melchor ENTRE LÍNEAS

SANTIAGO CIUDAD

21 nov 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

No hace mucho, en una cena de mucho postín en Madrid, uno de los invitados me espetó: «El problema de España son las autonomías y las lenguas». Me quedé helado, pero no callado. Le respondí que el modelo territorial es opinable, que se puede cambiar, pero que las lenguas son una realidad inmutable y que solo son un problema si nos las tiramos a la cabeza los unos a los otros por un puñado de votos. El castellano es tan español como el gallego, el vasco o el catalán y todos deberíamos enorgullecernos de esta herencia cultural. Con educación y empatía, la lengua jamás es una barrera. El vivo ejemplo es Mercedes Alburquerque, una estudiante de Medicina de la USC que es de Murcia y que ha visto como un tuit suyo se hacía viral porque contaba que se había lanzado a hablar gallego con los pacientes en el hospital compostelano en el que está haciendo prácticas y que se lo habían agradecido mucho. Lo cuenta hoy mi compañera Elisa Álvarez y me gustaría volver a encontrarme con ese señor de la cena para contarle el caso de Mercedes. Si nos empeñamos en ver problemas donde no los hay habrá castellanos viejos -los del norte- que acaben quejándose de que a los murcianos o a los granadinos no hay quien los entienda. Y un poco es así. Yo tenía un amigo de Dúrcal (Granada) que parecía que hablaba en árabe. En cambio, jamás tuve problemas en entender a mis muchos amigos catalanes cuando hablaban en su lengua. Ni ellos a mí cuando utilizaba el gallego. En Galicia creo que hemos sabido conjugar el orgullo por lo nuestro con el respeto por los de fuera. Por eso gente como Mercedes acaba aprendiendo gallego.