Providencia

Ignacio Carballo González
Ignacio Carballo LA SEMANA POR DELANTE

SANTIAGO CIUDAD

10 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El director del Observatorio de la USC, José Ángel Docobo, sentenció recientemente en La Voz la laxitud generalizada ante la escasez de agua: «Si llueve tres meses seguidos, pocos se acordarán de la sequía». ¿Tres meses? Si llueve tres semanas nadie se acordará, y el alivio con el que recibimos las precipitaciones de estos días se tornará fastidio pese a ser, además de fuente de vida, seña de identidad de Compostela. De poco valdrá esta insólita alerta por sequía si, además de salvar este otoño sediento, no impulsa un golpe de timón hacia un futuro de previsibles períodos de escasez, combatiendo los excesos de la sobreabundancia, siendo conscientes de que el agua no es un recurso inagotable, por mucho que el generoso Tambre que abastece a Santiago y su entorno nos parezca un caudal infinito. Siendo conscientes de que el bajo precio que pagamos por el agua no nos da licencia para derrocharla, pues de lo contrario solo aprenderemos a valorarla cuando su coste se dispare: el recibo de los hogares compostelanos, 0,42 euros por metro cúbico, es menos de la mitad de la media de las ciudades españolas, y nuestro país está a la cola de Europa. Siendo conscientes de que se debe mejorar la gestión de todo el ciclo del agua, desde la reducción de las pérdidas hasta su reutilización. No hay mejores planes de contingencia por sequía, esas urgencias en las que ahora se afanan las administraciones, que un uso racional del agua como recurso escaso, empezando por los hogares. Mientras, solo nos queda esperar a que la dadivosa providencia envíe borrascas suficientes para disipar la amenaza cierta de restricciones sin precedentes en estos lares que fueron de agua.