La protectora de Arzúa se ofrece a gestionar de forma altruista un refugio para la Ruta
12 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Si a Coco no le hubiesen dado una segunda oportunidad estaría, en el mejor de los casos, jugándose la vida en la carretera. Pero tuvo suerte. Merecida. A este caniche con nombre de fruta exótica o perfume francés lo rescataron de las cunetas en Boimorto, machacado de tanto atropello y maltratado por crueles prácticas cinegéticas. Es «el perro roto», dice con cariño María Mato, la mujer que lo acogió. «Hubo que operarlo de una pata, tenía las articulaciones invertidas. Y está sin un ojo, del que se le quitó un perdigón. No sé ni cómo está vivo», cuenta. El calor de hogar que ahora arropa a Coco es lo que María pide para los más de veinte perros que están a la espera de una familia de adopción en Apaca: la Asociación Protectora Animais do Camiño.
El colectivo que, animada por sus hijas y por un incondicional amor a los animales, se decidió a crear en Arzúa esta profesora prejubilada, natural de Santiago, es el primero que interviene en defensa de los animales en la ruta jacobea, donde Apaca ha puesto en marcha una campaña para que el peregrino no permita acompañarse de perros que, en casos, los persiguen por mero instinto de supervivencia. Implicada desde siempre con colectivos animalistas, a María le tardaba impulsar una entidad desde la que invertir una realidad que apreció con decepción en el rural, «donde algunas personas ni sienten, ni padecen por los animales». Y después de casi un lustro residiendo en el interior coruñés, nació la protectora, que, en un año de actividad, recogió más de un centenar de canes «Fue un año drástico», afirma la mujer.
Al abandono de mascotas le ha dado visibilidad el Camino de Santiago, donde «la imagen que estamos dando es nefasta», apunta. Y se explica: «Gente extranjera nos cuenta que se quedan impresionados no solo por los abandonos; también porque a lo largo del Camino ven perros atados a cadenas... Están asustados con lo que sucede en Galicia, aunque no es exclusivo de aquí». La problemática la ha puesto encima de la mesa de la Mancomunidade de Concellos del Camino Francés el alcalde de Arzúa, José Luis García López. A las puertas de su despacho llamó con frecuencia María Mato para insistirle en la necesidad de habilitar un refugio. «Le hemos presentado un proyecto de colaboración para regular la gestión de las instalaciones, que nos comprometimos a llevar de manera voluntaria», cuenta.
Temen un servicio privatizado
A la espera de una respuesta, María teme, tanto como la próxima apertura de la temporada de caza, que los regidores de los municipios jacobeos resuelvan «lavar de la manera más fácil la otra cara del Camino de Santiago», afirma para referirse a la privatización de la recogida de canes. Para la presidenta de Apaca, «contratar a una empresa para que les quiten los perros más visibles del medio sería una solución, además de más cara, nefasta. La suerte del animal está echada», añade. Transcurrido el plazo legal de 21 días desde la recogida del can, «¿qué van a hacer?, liquidarlos», se lamenta María Mato. En aras a evitar el temido sacrificio de las mascotas, insiste en la necesidad de crear un refugio, una propuesta que trasladarán a la Consellería de Medio Ambiente, avalada por miles de firmas recogidas por la protectora de Arzúa a través de una campaña lanzada en papel y también virtualmente a través de la plataforma Change.org, donde la causa se acerca ya a los 100.000 apoyos.
Más allá de la puesta en marcha de un refugio en el que acoger en óptimas condiciones a los perros abandonados que se recogen en la calle, la responsable de Apaca tiene claro que la verdadera solución pasa por «ampliar las leyes de protección de animales o, al menos, hacer cumplir la legislación mínima, controlando a los cazadores y a los criadores, la mayoría ilegales», denuncia.