La feria

Ignacio Carballo González
Ignacio Carballo LA SEMANA POR DELANTE

SANTIAGO

25 jun 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Sí, el Obradoiro es un feria. En el buen sentido, y en ocasiones en el peor. Lo fue el pasado año santo, el segundo del bienio, y lo es más todavía en este 2023 que nos está trayendo una auténtica avalancha de turistas y peregrinos, más que nunca. Si antes de la pandemia el abarrote se producía coincidiendo sobre todo con los meses vacacionales y en determinados intervalos horarios, ahora es prácticamente de continuo desde la primavera, durante casi todo el día, y en esas horas punta, sobre todo por la mañana a partir de las once, cruzar la plaza es una auténtica odisea. Y no es de extrañar que entre tanta multitud se produzcan comportamientos incívicos como los que hemos conocido estos días, personas a pecho descubierto y descalzas comiendo y bebiendo en el mismo centro del manto de piedra como si de un pícnic en la playa se tratara, o la peregrina que pintó en la piedra un gran rótulo con tiza —menos mal, se le podría haber ocurrido tirar de grafiti— para que todo el mundo se enterase de que había pateado 3.472 kilómetros para llegar ante el Apóstol. Vale, son excepciones que nos llaman la atención sobre la necesidad de poner orden ante las consecuencias más problemáticas de la feria en que se ha convertido el Obradoiro. Y no es fácil, porque no es cuestión de establecer un aforo en la plaza como en la Catedral y póngase usted a la cola, que ya entrará, ni de acallar el entusiasmo de los peregrinos al culminar el Camino, que sería tanto como apagar la pura esencia de Compostela. Recordemos que hace un par de años el Concello prohibió, con carteles de advertencia en varios idiomas, vigilancia policial y cámaras, utilizar las columnas de piedra del Pazo de Raxoi como tumbonas con vistas a la fachada de la Catedral para frenar su avanzada erosión. Fracaso total, pues siguen utilizándose como respaldo y en las horas centrales no queda ni una libre. Pero algo hay que hacer frente a incívicos y entusiastas exaltados. Podríamos empezar por concienciar a los peregrinos con información en los albergues y alojamientos a lo largo de los Caminos en Galicia y, finalmente, amable control policial en la plaza, con sanción cuando sea necesario. Y los compostelanos, paciencia. De noche, el Obradoiro sigue siendo maravilloso y es suyo.