Eran otros tiempos. En Santiago, los grandes temas de ciudad se abordaban fuera del debate político. Por supuesto, fuera del fragor electoral; si había desencuentros, que los había, se guardaban en el armario y se aproximaban posiciones hasta alcanzar el consenso. Con más o menos esfuerzo, se alcanzaba, porque Santiago estaba por encima de todo y esa era la idea en la que confluían las distintas posiciones partidarias. ¿No es el aparcamiento del Hospital Clínico uno de esos temas prioritarios de ciudad? Pues no, no lo es. Es mucho, mucho, más que eso. Es una prioridad superior, porque trasciende los intereses de la propia ciudad para convertirse en una urgencia de interés gallego. ¿Por qué? Muy sencillo: porque la inmensa mayoría de los usuarios del Clínico vienen de fuera de Santiago, llegan de todos los rincones del área sanitaria, que multiplica por cuatro la población de la propia capital, y como el hospital es de referencia para numerosas dolencias, la procedencia abarca un radio aún más amplio. Y con el próximo servicio de protonterapia, esto se va a acentuar, trascendiendo los límites de Galicia. Sin embargo, la indiscutible necesidad del párking ocupa ahora el centro del debate político-electoral. Bugallo ha sabido aprovechar la posición remolona de la Xunta y está lanzando una sucesión de órdagos que dejan al Gobierno gallego en fuera de juego o encastillado a la defensiva. ¿Puede salir algo bueno de esta pugna dialéctica y de gestos? Si hasta ahora no se ha conseguido nada, tal vez las urgencias electorales puedan forzar compromisos concretos. La contienda no ha terminado, pero si al final hay fumata blanca con los ciudadanos como únicos vencedores, bienvenida sea, aunque no sea el procedimiento ideal.