Así las cosas, la ciudad de Santiago debe mantener la posición inteligente que defendió durante todo el proceso de selección de la candidatura gallega a sede de la Agencia Española de Supervisión de la Inteligencia Artificial (Aesia). ¿Es inteligente y fructífero para sus intereses presentar su candidatura una vez que la Xunta de Galicia ha optado por la de A Coruña? Sin duda, el recurso al pataleo siempre está ahí, pero nada va a reportar, por supuesto ninguna opción en la decisión final que corresponde al Gobierno central, ni siquiera rendimientos de tipo político en este caso concreto. Sería un pataleo de perdedores, como es el de Ourense, en coherencia con la estrategia de enfrentamiento victimista de su desgobierno local. Claro que Santiago no es Ourense, ni Bugallo es Jácome. Más todavía cuando la primera opción de la capital gallega era el tándem con A Coruña, en el convencimiento lógico de que, siendo operativo y admisible en las «bases» del concurso, sería la mejor candidatura para competir en la hora de la verdad, que es la rivalidad con otras fortísimas candidaturas españolas. Seguir adelante con una candidatura por libre sería contradictorio y claramente perdedor. No seré yo quien desarme de razones —todo lo contrario— al alcalde compostelano, por extensión a los grupos municipales y a las «fuerzas vivas» que hicieron causa común a favor de la candidatura, ni siquiera rebatiré la afirmación de Bugallo de que las cartas estaban marcadas a favor de A Coruña —por cierto, en lo político, no precisamente para satisfacción de su alcaldesa socialista— pero, aunque amargue, Santiago debe tragarse esa bilis y engrosar así su argumentario para lograr otros objetivos, que hay muchos en lista de espera. Se llama pragmatismo.