Menos llanto

Cristóbal Ramírez

SANTIAGO

02 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El especial de 24 páginas que publicó este periódico el domingo sobre la economía post coronavirus no solo fue un documento periodístico con interés y peso, sino que para muchos fue una raya que marca el antes reciente -caracterizado por la depresión- y el futuro que empieza ya.

La frase no es mía, poco dado como soy al autohalago (una de esas páginas, sobre reinventar el Camino, la firmaba yo), sino de un economista cuya opinión valoro mucho. Porque de alguna manera ese especial venía a decir que menos llanto, menos hablar de las boutades de Cayetana Álvarez de Toledo y Pablo Iglesias, y a remangarse hoy mismo y a ponerse a reconstruir el país pieza a pieza. Y uno mira a su alrededor y ve pruebas de que aquí muchos se niegan a tirar la toalla. Publicábamos en el suplemento El Comarcal el pasado jueves el ejemplo de dos empresarios (Ramón Otero, de Eruom, especialista en buenos vinos y con oficina en el Polígono del Tambre, y Fernando Simón, de Pulponor, una marca de mucha calidad) que han hecho eso: arrancar de cero de nuevo, con mucho esfuerzo y la misma ilusión que antes.

El sábado, el Tambre Golf, en Porto Avieira (Sigüeiro), y al que el coronavirus situó al borde del abismo y le llevó por delante varios campeonatos y hasta uno europeo, hacía una convocatoria al vecindario y con pulpeira y churrasco reunió a cientos de personas, ansiosas no solo por salir sino por decir aquí estoy yo para echar una mano.

Darwinismo puro: o adaptarse o morir. Se acabó el llorar por las esquinas. El que crea que el futuro existe, que se ponga a trabajar. Y el que no, que se aparte. Menos darle a la lengua y más hechos. Porque de peores hemos salido.