Ante todo, mucha calma. Que llega el entroido, aunque la cosa no está para mucho carnaval, por mucho que la realidad nos regale grandes oportunidades para tirar de retranca y demostrarnos que el humor siempre es una buena receta para sobrevivir a tanta tontería que pulula en el ambiente.
Habrá que recordar que la devoción de la Semana Santa está cada vez más diluida por estas tierras, por lo que los venideros días festivos tendrían que ser, sobre todo, un buen momento para divertirse sin que la sangre llegue al río. Por eso, antes de que llegue el Meco todos deberíamos salir de casa con las vestiduras rasgadas para no desperdiciar estos días de ocio y no convertirlos en un combate entre bífidos y ofendiditos.
Ya habrá tiempo de blandir espadas para conseguir votos, links y sonrojos, pero déjenos esos pequeños momentos de desahogo, que la cosa viene muy malita y la paciencia y el sentido del humor no cotizan al alza en la bolsa de sentimientos.
Tal como están las cosas, no sé si la mejor solución es no hablar de las cosas de comer, porque está mucho en juego, o tirar por la borda tanta precaución y disfrutar este entroido como si fuese el último. En tiempo de descuento para la llegada del Meco podría echar balones fuera, como los políticos cuando no quieren desvelar sus proyectos: «A día de hoy, puedo decir que...». Pero lo que me viene a la mente es Glenn Close y sus personajes en Las amistades peligrosas o La buena esposa. Y la respuesta, metafórica (esto va para los ofendiditos), es clara: ¡Guerra!