Pagar el precio

Tamara Montero
Tamara Montero CUATRO VERDADES

SANTIAGO

20 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Es una de esas lecciones que cuando aprendes, ya suele ser demasiado tarde: siempre hay que pagar un precio. Nada es gratis. Nada. Ni siquiera las redes sociales, a las que regalamos alegremente nuestro principal capital: nosotros mismos. Nuestros datos. No. Tampoco el patrimonio. Tiene un precio. Aunque sí es de todos. Levantar la cabeza y encontrarse con los colores originales del Pórtico no es gratis. Ni siquiera ha sido barato. Hemos pagado todos. Diez años sin poder acercarse al maestro Mateo. Y otros cuantos con la Catedral cubierta de andamios. Se han invertido millones de euros y para conservar lo que se está haciendo, va a haber que seguir gastando. Así que tiene sentido. Pagar doce euros por pasar 45 minutos caminando en la Gloria. Y que un experto nos guíe por lo que vemos y cómo se ha conseguido recuperarlo.

Porque es una de esas lecciones que cuando aprendes, ya suele ser demasiado tarde Nada es gratis. Todo tiene un coste. Solo lo aprendes cuando te duele el bolsillo. Tiene sentido. Pagar el precio de lo que estás disfrutando. Funciona en ambos sentidos. Y de eso, la Iglesia tendrá que hacerse gratis. Nada es gratis. Ni siquiera lo restaurado. Y si cobra, tendrá que reinvertirlo solo en aquello para lo que está pensado: mantener una obra maestra que asombra al mundo. La Catedral más impresionante que ha podido construir el ser humano. Y dejar de recibir millones de dinero público para conservar. Y para seguir rehabilitando.

Para unos y para otros, quizá esta vez no sea demasiado tarde. Quizá la lección ya nos esté entrando. Nada es gratis, todo tiene un precio. Y habrá que empezar a pagarlo.