Se avecinan meses de tensa calma en la política local, en los que se definirán los nuevos liderazgos (o nuevos viejos liderazgos, que todo es posible) de cara a las elecciones municipales del 2019. Hay algunos cambios no anunciados pero que a día de hoy son algo más que pura especulación, y se van produciendo lentos avances. Por ejemplo, Fernández Leiceaga acaba de excluirse de la carrera electoral compostelana, aunque a uno no le consta que nadie lo hubiese metido en ese berenjenal, pero por si acaso... ¿Quiere eso decir que le deja vía libre a Xosé Sánchez Bugallo o a alguna otra figura relevante capaz de insuflar vida al moribundo PSOE local? No. De momento, solo quiere decir algo obvio desde hace tiempo: que Paco Reyes no va a repetir al frente de los socialistas. Claro que la nueva dirección gallega del PSOE, con la urgencia de lanzar señales no solo de que el partido está vivo y coleando, sino de recuperar el terreno perdido en antiguos bastiones -¿y qué mejor que el asalto a la alcaldía de la capital de Galicia?- tendrá que hacer una apuesta fuerte, y ahí no son muchas sus opciones, más bien solo una, pero falta que quiera volver a este ruedo. ¿Y el BNG? Se perfila que Goretti Sanmartín tomará el relevo de Rubén Cela al frente de la candidatura, lo cual deshará un buen tándem y privará al Concello de un valor solvente como es el hoy portavoz nacionalista, un político de la máxima confianza de Ana Pontón. Con Agustín Hernández como seguro, salvo espectacular movimiento de fichas en el PP y en la Xunta, queda Martiño Noriega. Lo dice en la entrevista de hoy: reflexión en verano. Pero la duda no va a estar ahí, y Noriega lo sabe, sino en lo que vendrá después.