El Xacobeo 2021 está a las puertas, y o se empieza ahora a planificar o irá camino de imitar ese desastre sin paliativos que fue el 2010, muy maquillado en sus cifras de visitantes aunque no en las económicas porque ahí no hay compasión, y dejó un agujero como para echar a temblar a la Administración. Y para la multitud de aspirantes a tertulianos de este país hay que decir que tal agujero se refiere a facturas entonces pendientes de pago, no a negocios a la catalana con el 3 % como bandera pequeña y el 4 % como bandera de combate. Quede, pues, a salvo el honor de unos gestores desastrosos que por suerte ya no están en Galicia, ni el exconselleiro Roberto Varela ni el gerente del Xacobeo Ignacio Santos, un analfabeto jacobeo que quizás hizo lo que le mandaron -lo de la obediencia debida se sigue llevando cuando conviene-, pero que vació de contenido las asociaciones de amigos y se dedicó a organizar conciertos. Y así nos fue.
Borrón y cuenta nueva. Por eso hacen muy bien los diputados autonómicos Pedro Puy y María Antón (ambos del PP) en pedir que el personal se ponga las pilas y que el Parlamento emplace a la Xunta con el fin de que se fije como objetivo pedir exenciones fiscales para el Xacobeo 2021 durante tres años. Y lo que nadie puede discutir es que si María Antón algo sabe es del mundo jacobeo, cuya gestión estuvo largos años a su cargo.
La Xunta debería de tomar buena nota de lo que publicaba este periódico el 6 de este mes, que comenzaba así: «El PP no quiere que vuelva a ocurrir esta vez lo del año santo del 2010 (…) para el que no existía todavía una programación definitiva en vísperas de que se abriese a los peregrinos la puerta santa». Pues eso.