El rango de Xerardo Estévez como principal asesor en los trabajos de revisión del Plan Especial del casco monumental de Santiago es una garantía de que este proceso, laborioso y hasta ahora excesivamente lento, llegue a buen puerto. No solo Estévez. Con el arquitecto y exalcalde, un grupo de expertos se encargarán de que la aplicación práctica de las directrices que regularán la actuación sobre tan sensible patrimonio histórico se realice bajo el criterio del difícil equilibrio de la conservación y la flexibilidad, para favorecer usos que den nueva vida a estas calles de Compostela que sufren desde hace demasiados años una imparable sangría demográfica. La buena mano de Manuel Gallego Jorreto o de Felipe Criado, entre otros, se notarán como la de Estévez.
Sin embargo, es especialmente notorio el protagonismo que -seguramente a su pesar, teniendo en cuenta la discreción que le ha guiado desde que se retiró de la vida pública- asume Xerardo Estévez. En los últimos tiempos no ha habido líder político local, sean cuales sean sus siglas, que haya dejado de citar al exregidor como referente, como ejemplo a seguir. Martiño Noriega especialmente. Incluso acudió a la última entrega de las medallas Castelao -recuérdese la polémica, recién llegado a la alcaldía, por su decisión de no acudir a actos como este- por el hecho de que Estévez era uno de los galardonados. Tanto arrimarse y buscar la foto con él, Noriega u otros, da idea de que hoy falta proyecto de ciudad, o de que se quiere estirar aquel tan exitoso y que tanto rindió a la capital. Sea como fuere, que don Xerardo asesore nunca puede ser malo. Si se le hace caso, claro.