Año santo no compostelano

SANTIAGO

03 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

En la entrada de este periódico hay una foto de grandes dimensiones en la que el arzobispo, Julián Barrio, contempla, blandiendo aún el mazo, la troceada Puerta Santa en el suelo. Es como un diestro tras una solemne faena. No sé si hacer añicos el santo portal el próximo día 13 alcanzará ese grado de solemnidad, ni si Julián Barrio empuñará el báculo con gracia jacobea.

Porque ahí está la sal y pimienta de la apertura de la Puerta Santa, que se abre para dar paso a un año santo compostelano, propio, y no a un año santo universal que se derrama por todos los templos de la cristiandad. El deán, Segundo Pérez, acaba de resaltar en una entrevista publicada en este medio el domingo, día del Señor, que el Jubileo de la Misericordia «no es un año santo compostelano».

Bueno es matizarlo. Se trata de un jubileo magnificado a conciencia por el Papa, que ha querido concederle al acontecimiento el más alto rango. «Cualquier otra puerta de la basílica, o de un santuario, podría cumplir perfectamente esa función», le dijo un miembro de la curia a este redactor. Pero «cualquier otra puerta» rebaja el rango que le imprimió Francisco. No cabía otra que el santo umbral.

Lo cierto es que las dudas bulleron durante un tiempo por la mente del arzobispo hasta que, tras diferentes consultas, logró disolverlas. Y es lógico que se le suscitaran esas vacilaciones, incluso recelos, porque abrir la Puerta Santa fuera del escenario jacobeo conlleva el riesgo de banalizar su significado. Además, la Fundación Catedral le tiró a Barrio de su episcopal chaqueta para recordarle que iba a haber andamios.

Como recuerda Segundo Pérez, solo hubo dos años ordinarios en los que la cristiandad pudo cruzar la Puerta Santa catedralicia. Uno para conmemorar la identificación de los restos del Apóstol en 1885, sin los métodos de Ángel Carracedo, y otro en 1937, en plena Guerra Civil. Fue una idea del controvertido arzobispo Muñiz de Pablos, el que está enterrado al lado de Fernando Quiroga Palacios.

Y ahora la Misericordia logra también franquear la sacra Puerta. El Papa lo quiere así. Más de uno, sin embargo, le recomendaría al comercio que rebajara sus expectativas. Aunque cruzar la Puerta Santa es para el visitante un aliciente, la perdonanza no es patrimonio de la basílica compostelana. En un carcomido confesionario de aldea el párroco absuelve con igual prestancia. ¿Campanas al vuelo? Se pueden lanzar de antemano, pero mejor será hacerlo cuando concluya el Jubileo de la Misericordia y el comerciante observe su caja registradora. La Puerta Santa, amén de religioso, es un aliciente turístico, pero en su justa medida. El que se inaugura el día 13 es un año santo con indumentaria de penitente.