Dos empresarios nazis en Vigo

? Fernando Salgado

SANTIAGO

? Contribución de beneficios extraordinarios de la guerra: así se denominaba un impuesto, vigente entre 1936 y 1943, que gravaba los beneficios obtenidos en la economía de guerra. Las profesoras Margarita Vilar y Elvira Lindoso estudiaron el tema. Y descubrieron, al analizar el listado de las principales fortunas que se amasaron en aquel período, los nombres de dos alemanes afincados en Vigo: Karl August Vorkauf, al frente de un laboratorio farmacéutico, y Otto Gerdtzen Boyé, fabricante y distribuidor de maquinaria.

16 oct 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

En 1955, el embajador alemán en Madrid, el aristócrata bávaro Adalbert von Bayern, busca un cónsul honorífico para Vigo. Karl August Vorkauf, uno de los miembros más adinerados de la colonia alemana local, se postula para el cargo. Tiene 52 años y hace 28 que reside en la ciudad, donde regenta las empresas Vorquímica S.L. y Laboratorios Europa S.L. que, durante la guerra civil española y la segunda guerra mundial, marchaban viento en popa. Para alcanzar su objetivo, no duda, según explica Carlos Sanz Díaz en su tesis doctoral, «en ofrecer una versión edulcorada de su persona y de su pasada implicación con el nazismo».

MANIOBRAS INFRUCTUOSAS

Ambiciona el cargo y maniobra en varios frentes para conseguirlo. A la embajada de Madrid llegan escritos, «notoriamente encargados por Vorkauf», donde los remitentes vigueses presentan al antiguo nazi «poco menos que como un militante de la Resistencia».

Pero, a pesar de sus esfuerzos, no puede ocultar que, desde febrero de 1944 hasta abril de 1945, ha sido subjefe del grupo local del partido nazi en Vigo, militancia incompatible con la Alemania democrática del canciller Adenauer. No conseguirá el ansiado y honorífico puesto.

Vorkauf trata de cubrir con un manto de silencio su pasado inmediato, pero sus huellas han quedado impresas en varios informes de los servicios secretos aliados. Sus negocios con la Alemania nazi, especialmente los focalizados en Vorquímica, son objeto de escrutinio. En mayo de 1942, el Banco de la Reserva Federal de Nueva York prohíbe a los ciudadanos estadounidenses mantener relaciones comerciales con numerosos empresarios de 25 países. En esa lista negra figuran tanto Vorkauf como Gerdtzen, ambos residentes en Vigo, el primero domiciliado en el barrio del Calvario y el segundo, en la calle Urzaiz.

OFICIAL Y AGENTE NAZI

Una vez finalizada la guerra mundial, los aliados solicitan a las autoridades franquistas la entrega de Vorkauf. Según un documento exhumado por Eduardo Rolland en los archivos del ministerio español de Asuntos Exteriores, el empresario alemán es acusado de «oficial y agente» nazi y su extradición se considera de «primera prioridad». Vorkauf se defiende. Abraza la fe católica, castellaniza su nombre -Carlos, en vez de Karl- y pide la nacionalidad española para su hijo. Finalmente, mediante la intercesión directa del obispo de Tui ante el ministro español Martín Artajo, logra eludir la justicia aliada y continúa residiendo en Vigo.

OTTO GERDTZEN

Al igual que Vorkauf, también Otto Gerdtzen Boyé estaba fichado por los servicios de espionaje aliados. Más aún, ya durante la primera guerra mundial la firma germanófila Otto Gerdtzen estaba vedada para los ciudadanos británicos y estadounidenses. La proscripción se repetirá en 1942 como hemos visto.

Un anuncio publicado en la revista España marítima y pesquera delata la presencia de Gertzen en Vigo en marzo de 1936, vísperas de la guerra civil. No se sabe con certeza cuándo llegó a la ciudad, pues, aunque su empresa de maquinaria fue «establecida en 1893», a comienzos del siglo pasado su rastro nos remite al País Vasco y a Asturias.

Gerdtzen vende en Vigo máquinas e instalaciones frigoríficas marca Linde para las conservas, motores marinos Otto-Deutz, chasis con motor diesel para transportes y otros productos relacionados con la industria del mar.

En 1944, en plena guerra mundial, Otto Gerdtzen Boyé adquiere en Rande, en el cuello de entrada a la ensenada de San Simón, una vieja fábrica de salazón de carne y pescado. La factoría había sido levantada a comienzos del siglo XIX por una familia de fomentadores catalanes, los Carsí, quienes la venderán a Román Cordero Martín en 1939. Cordero inicia la modernización de las instalaciones, pero antes del remate de las obras la adquiere Gerdtzen y la planta se convierte, en el imaginario popular, en la «fábrica del alemán».

CONSERVAS BOYÉ

El alemán retoma la actividad del salazón y aprovecha también las instalaciones de Rande, según informaciones no contrastadas, para aprovisionar a submarinos nazis en las postrimerías de la segunda guerra mundial. Se le atribuyen asimismo negocios relacionados con el wolframio, un metal codiciado por los nazis para el blindaje de proyectiles y carros de combate.

En 1948, ya finalizada la guerra mundial, Gerdtzen destina una parte de la factoría a la fabricación de conservas, bajo la marca comercial Conservas Boyé. Cuatro años después abandona la actividad del salazón y en 1955 cierra sus puertas la conservera. De la fábrica del alemán solo quedan hoy las ruinas y los restos oxidados de las viejas máquinas, entre ellas la sertidora noruega marca Somme que se utilizaba para sellar las latas de conserva.

El rastro de Otto Gerdtzen se pierde en la bruma de la historia. No así el de Vorkauf, quien en 1958 creó sendas empresas -química y metalúrgica- que aún subsisten.

Ruinas de la fábrica de salazón y conservas de Otto Gerdtzen en Rande, visitadas por el arquitecto Xurxo Constela. A la derecha, anuncio publicitario y prospecto de máquinas que vendía Gerdtzen | óscar vázquez | archivo