De las anexiones de ayuntamientos... a las controvertidas segregaciones

SANTIAGO

Santa María de Oza prepara el centenario de su anexión por parte de A Coruña siguiendo el ejemplo de lo que antes había hecho Vigo con Bouzas.

14 ago 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

«A todos los que la presente vieren y entendieren, sabed: que las Cortes han decretado y Nós sancionado lo siguiente: Artículo 1.º. Se agrega al término municipal de La Coruña el de Santa María de Oza. Art. 2.º. Esta agregación no alterará las cifras que por contribuciones e impuestos corresponde percibir al Tesoro...». Así empezaba una ley del rey Alfonso XIII publicada el 11 de julio de 1912. Concluía una anexión iniciada con peticiones como la del entonces concejal monárquico Fariña, que proponía la medida «como válvula de escape al peligro de la congestión demográfica coruñesa». Era uno de los procesos habituales en aquella Galicia y se hizo siguiendo el ejemplo de la ciudad de Vigo, según el cronista ha recogido en un libro.

Además de Teis, que durante unos meses fue ayuntamiento, años más tarde, en 1941, Lavadores entraría en el municipio olívico, un hecho del que la asociación de vecinos celebró su 70.º aniversario el pasado mes de abril.

La asociación Bardos Cultural, con José Álvarez Temprano a la cabeza, prepara la celebración del centenario de la anexión de Oza; será el momento de conocer la amplia documentación que han ido recopilando, en la que hay, según Temprano, desde puñetazos entre concejales hasta el uso de sellos municipales falsos, durante un proceso en el que también se tenía en cuenta lo que estaba ocurriendo entre Serantes y Ferrol. «Es un Ayuntamiento que funciona bien, regido por un núcleo de trabajadores y tan bien administrado como el primero de España». Es una opinión de 1910 que recogen los historiadores Esperanza Piñeiro y Andrés Gómez Blanco en un trabajo sobre la anexión de Serantes por parte de Ferrol, planteada en 1899 por el alcalde del primer municipio, Pastor Malde. Una década más tarde, Serantes cambia de opinión, paralizando el proceso. «En 1939 es el Ayuntamiento de Ferrol el que le propone la anexión al de Serantes», relatan los historiadores. «Hicieron la anexión en 1940, por Franco, para que pudiera llamarse El Ferrol del Caudillo», sostiene Juan Lema, autor del libro Concello de Conxo. 1835-1925. Unha historia esquecida. Este Ayuntamiento lo absorbió Santiago en 1925, «porque estaba alí a estación, o mesmo que fixo Ourense co concello de Canedo, que tiña a capital en A Ponte, e tamén tiña o tren», detalla Lema; este experto prepara otro libro sobre Enfesta, también absorbido por Compostela, y cita casos como Carril, que pasó a Vilagarcía, «o mesmo que Vilanova, que era unha colonia de cataláns», o Vilanova dos Infantes e Acevedo do Río, unidos a Celanova. «En Lugo non houbo anexións porque se fixeron os concellos moi grandes», recuerda Lema, nieto del último alcalde de Conxo.

El contrapunto está en Pontevedra, que sumó cinco municipios: Alba, Mourente y Salcedo en 1869, «Xebe, nos anos 40 e Pontesampaio, que era un concello minúsculo, nos anos 60», indica el historiador Xosé Fortes, autor de Historia da cidade de Pontevedra (Biblioteca Galega). Sostiene que ninguno de los anexionados era viable por sí mismo y coincide con Juan Lema en que es necesario «facer a reforma do territorio, con 40 ou 50 concellos en Galicia».

Por Rodri García + fotografía de Sellier

«P ara ser feliz, hay que venir a Mondariz». Esto sostiene, con 67 años, un entusiasta José Antonio Alonso, alcalde de este concello desde 1983. Si en los primeros años del siglo pasado lo habitual en Galicia eran las anexiones de ayuntamientos, en los últimos lo fueron las segregaciones, con alguna excepción, como la de Mondariz Balneario, que pasó a ser Concello en 1924. Alonso habla a chorro, como el de un balneario que los ha convertido «en el buque insignia del termalismo en España». Se muestra exultante con el reciente reportaje de Jorge Lamas en este diario sobre la limpieza y el cuidado de un municipio que «no le debe nada a nadie». Esto le ha permitido contar «a todo el mundo» las excelencias de un Ayuntamiento que tuvo a Cabanillas entre sus concejales. Partiendo de que no tiene deudas, Alonso considera «una barbaridad, la más grande del siglo», la posible fusión de ayuntamientos gallegos, y argumenta su oposición: «Es cuestión de gestión, el problema es saber administrar, ser sostenible, no gastar sin ton ni son». En este sentido, alude a la existencia de «guardería y depuradora de fecales desde 1983: ¿cuántas había entonces en Galicia?». No obstante, elude entrar en el conflicto con Mondariz, ocurrido el año pasado, cuando el alcalde, el también popular Julio Alén, cerró el colector por el que circulaban las aguas fecales de este municipio y que iban a la nueva depuradora de Mondariz Balneario. El alto precio que, según Alén, pedía este municipio originó el problema. Y es que este es otro de los argumentos de Lorenzo: «Lo que hay que hacer es pagar los servicios y repartirlos, y que las policías locales, por ejemplo, sean comarcales». También defiende «la presión fiscal: por cada euro que pague un vecino, que reciba algo a cambio».

En ocasiones las grescas entre ayuntamientos segregados son sorprendentes. A comienzos de este año, surgía una más entre Vilanova de Arousa y A Illa, segregados el 1 de enero de 1997, aunque el Consello de la Xunta no aprobó el proceso hasta el 25 de junio del 2004. El enfrentamiento se produjo al estrenar las luces instaladas tras la reforma del puente que une A Illa con Vilanova: solo se encendían las correspondientes al tramo de A Illa, la mitad del viaducto; la otra mitad estaba apagada con el argumento del gobierno de Vilanova de que sus vecinos no se beneficiaban de las farolas y, por lo tanto, no estaban dispuestos hacer el gasto. Y es que las cuentas dividieron desde el primer momento estos dos concellos: Vilanova reclamaba a los segregados 400 millones de pesetas y A Illa entendía que debía pagar 40, un asunto que acabó resolviendo el TSXG.

Si a Illa se convirtió en el 315.º municipio de Galicia, el 314.º fue Burela, tras segregarse de Cervo en 1994. En este caso, «non existe tirantez», afirma el alcalde Cervo, Alfonso Villares, que tiene claro que «as cousas funcionarían mellor se estivesen xuntos, porque hai que reducir gastos, aglutinar». Según Villares, «o que se fixo non ten sentido, era un sentimento de entonces. Hoxe esa é unha mentalidade pasada». De esa normalidad también habla Teresa Pardo, presidenta de la asociación de vecinos O Vencello, promotora de la segregación, que relata como «hoxe en día case non se nota que se fixo».

Y antes de Burela, otra asociación vecinal, San Bartolomé, promovió la segregación de cinco parroquias de Ortigueira para formar, el 21 de enero de 1988, el Concello de Cariño. Su primer alcalde, José Luis Armada, citaba las 22 fábricas, la flota pesquera y el núcleo más poblado para separarse de un centro administrativo que estaba a 20 kilómetros.