El limpiabotas improvisó y evocó a Séneca, Cela y sus amigos
22 jul 2011 . Actualizado a las 06:00 h.En el pregón de las fiestas más improvisadas y austeras que recuerde Compostela, Alfonso González Puentes, el lustrador del aeropuerto, dio realmente lustre, brillo y esplendor a la labor de pregonero que en los últimos años habían venido desempeñando artistas, personas de la cultura y famosos, como queriendo confirmar la sospecha de que vivimos un mundo al revés. Este «limpiabotas de orgullo y dignidad», como se definió Alfonso, sorprendió al público con un pregón que constituyó más bien una animada charla con los compostelanos que se acercaron, en la fría noche, al Obradoiro, a escucharle y que ocupaban la mitad de la plaza.
Pero, sobre todo, Alfonso González sorprendió a los periodistas porque el ilustrado lustrador de Lavacolla tenía escrito un pregón del que tan solo leyó los párrafos iniciales del mismo. Alfonso prefirió, tal como había manifestado en la rueda de prensa con los medios, hablar espontánea e improvisadamente al público como si estuviera charlando con un grupo de amigos. Por lo tanto, el brillante pregón plagado de citas literarias y filosóficas, sentimiento y poesía, el auténtico canto al humanismo y los valores perdidos, a la fiesta de la sabiduría y la jarana del silencio, que Alfonso había preparado, se quedó en el bolsillo.
El pregón comenzó con unos diez minutos de retraso hasta que, cuando la gente ya se impacientaba, apareció por el balcón el pregonero acompañado por el alcalde, Gerardo Conde Roa. En su alocución, Alfonso González estuvo acompañado en el balcón de toda su familia, mujer, hijos y nietos, y de una traductora para sordos. El periodista de Onda Cero Ramón Castro hizo la presentación, trazando una breve semblanza biográfica desde su primer trabajo en el edificio Castromil hasta que conoció a Camilo José Cela, definiéndolo como «un hombre hecho a sí mismo», una «persona sencilla» que acompañó al escritor, que le inmortalizó en su última obra, en su último viaje.
Alfonso González también evocó en su pregón sus comienzos en el Castromil y el costumbrismo de aquella Compostela cuando tenía lugar la feria de ganado de Santa Susana. En su intervención, el pregonero no quiso olvidarse tampoco de otros grandes amigos que hizo a lo largo del ejercicio de su profesión, algunos ya desaparecidos, como Diego Bernal o Lolo Cambón. En el pregón real, el no escrito, Alfonso salpicó su charla con el público con filosóficos pasajes y citas de Séneca o Marco Tulio Cicerón, arrancando el aplauso del publico. El pregón dio paso después a unos pequeños fuegos y a la fiesta con el primer concierto, en A Quintana, protagonizado por el grupo La Unión.