El tornado que centrifugó Lestedo

SANTIAGO

27 ene 2009 . Actualizado a las 10:41 h.

Los tornados son como los cólicos de riñón, atacan sin previo aviso y pueden tener efectos terribles. En Lestedo todavía no se han quitado el susto de encima, después de que un violento remolino sacudiese el domingo el margen derecho de la Nacional 525 -según se va hacia Ourense- a su paso por la localidad.

Llegando casi al principal núcleo de Boqueixón, lo primero que llama la atención es un poste de la luz tronzado a unos dos metros de altura. La parte superior la sostienen los cables y, justo detrás, solo queda la mitad de un pino. Marcos, un vecino de Milleirós que observa las consecuencias del tremendo soplido giratorio, dice que el tornado debió de arrancar precisamente ahí, y que subió en paralelo al trazado de la carretera por el lado derecho, llevándose a su paso tejas, uralitas, señales, abundante vegetación e incluso un contenedor amarillo, lleno hasta arriba de envases ligeros. Dicen los de Lestedo que el recipiente salió volando y acabó estampado sobre la vía del tren. El equipo de Protección Civil se encargó de retirarlo, pero todavía podía verse fuera del balasto, completamente desubicado.

«Eran as seis da tarde -cuenta Marcos- estabamos na cama vendo unha película e xa vimos pasar cousas voando pola ventá, un aire, un ruído.... flipando». A continuación, desde su casa, vieron también cómo salía volando el tejado de una casa vieja. «Na miña vida vin igual», añade.

Manuel Cortizo es de los que se llevó la peor parte, en Vilar. «Primeiro veu unha granizada -recuerda- comezou a nublarse e, de repente, veu un golpe de aire enorme e levantou esto todo». «Esto todo» es un garaje que Manuel construyó en septiembre con vigueta de hormigón, uralita y bloques del que ya no queda nada, a no ser los escombros. Dentro de lo malo, solo uno de los coches de la casa resultó dañado, levemente, en la chapa. «Nótase que aquí, o vento virou e foi contra a obra do outro lado da carretera», cuenta. Efectivamente, cruzando la Nacional se ve un edificio en obras que tiene dos grandes ventanales tapados con plástico. El viento tenía tal fuerza que los metió hacia adentro y, con la presión, reventaron también las persianas de un lateral. Manuel confía ahora en que las ayudas prometidas lleguen, porque de su garaje no queda ni la sombra.

Miguel Pérez, que tiene una tienda de fotografía cerca de la vía del tren, muestra también los daños en su casa: una antena arrancada de cuajo, tejas por el aire, frutales tronzados, una farola doblada... Del otro lado de las vías, los daños son visibles en la cubierta de una nave que guarda materiales de construcción, junto a Yellow Cars.

En un área de aproximadamente un kilómetro, las ramas rotas -o cortadas por seguridad- están por todas partes, y es necesario circular con precaución por la carretera que conecta Boqueixón con Vedra. En la zona no recuerdan un fenómeno semejante «na vida», dice Manuel Cortizo. Pese a todo, dan gracias de que el viento desatado no pillase en su camino a ningún vecino, o no lo habría contado.