Humanos que vendréis, he de contaros lo que pasó antes de que vuestra civilización, que espero más perfeccionada, erre como hizo la nuestra. Puede que no me creáis, aunque es todo verdad.
En este lapso de la historia nacieron esclavos, que eran personas usadas como objetos. Se vendían y echaban a la muerte, tal como hacemos con lo inanimado. También había seres de la especie nuestra que fallecían por inanición, sin tener acceso a las vacunas esenciales, lo que ha terminado con continentes, sus pobladores y su cultura.
Pero, como mujer, he de deciros que la opresión más aceptada, universal y continua ha martirizado a los humanos del sexo femenino. Condenadas a una tasa estética, que las hacía ser juzgadas por el azar de la belleza en su juventud. Después, temblorosas en manos del cirujano, hasta la deformación de su rostro, para seguir ostentando algún valor. Expuestas a muchos partos, al cuidado de la prole y bajo una servidumbre doméstica sin respiro hasta el óbito. Soportando una infravida en la que percibían menos salario en la plenitud, e inferior pensión en la vejez.
Violadas, apaleadas y prostituidas. Sabiendo que sus logros intelectuales serían juzgados triviales y dignos del olvido; repudiadas por la ciencia, las iglesias, las artes y el pensamiento abstracto. Seres del futuro, ahora que se abren otros tiempos, no repitáis nuestras estúpidas equivocaciones.
Ya que hemos perdido la inteligencia de la mitad de la especie, la que ya se extingue y que, quizá, nos hubiera salvado de este triste final, aprended de vuestros torpes predecesores en la tierra. Os lo pido.
Gloria Fernández Sánchez. 61 AÑOS. Madrid.