Un relato de verano

Iker Beceiro Torres

CULTURA

Iker Beceiro Torres. 12 años. Redes (Ares). Estudiante

23 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Yo iba en el coche, con el MP3, escuchando música camino de Galicia. Este verano vamos a ir a una casa en la playa... Lo cual me gusta, pero no estaré con las personas que yo quiero estar: mis amigos y amigas del colegio... Los voy a echar mucho de menos, y no tendré a nadie que me apoye, porque nadie se entera de nada...

Tengo el móvil, pero no lo quiero usar para mandar mensajes... El móvil es una segunda alternativa para hablar, cuando la gente escribe en el móvil, la sensación, los sentimientos y la forma de hablar son diferentes, el móvil no es ellos, no huele como ellos ¡y no puedes visualizar a la persona en la vida real por cómo escribe con el móvil!

Llegamos, empecé a desempaquetar todo lo que traía envuelto y lo coloqué en mi nuevo cuarto.

-¿Estaré triste? -me preguntaba.

No estaré triste, estaré sola. No me tengo que concentrar en ser feliz, sino en estar con amigos, nuevos amigos, pero tardaré en encontrar gente de mi edad, y los de costa no me van mucho, la verdad.

Esa idea se me hacía dura, fui a la playa para verla de cerca. La arena húmeda era incómoda, pero no me importaba, mientras el viento suave me acariciaba el pelo, miraba el horizonte y pensaba en mis recuerdos del colegio, mis amigos, mis profesores favoritos... La idea de estar sin ellos me hacía sentir triste.

Entonces, en la otra casa de alquiler, al lado de la nuestra, vi a un chico. Parecía de mi edad, no lo veía bien desde lejos, pero sabía que acababa de llegar para pasar el verano.

Me acerqué y le reconocí, iba a mi colegio en Madrid, iba en la otra clase pero no me llevaba mucho con él, pero algo es algo. Me vio, se dirigió a mí y hablamos, a él le pasaba lo mismo, así que paseamos juntos por un pueblo costero cerca de A Coruña, una ciudad que visitaremos en un futuro no muy lejano.

El niño era majísimo, tenía la sensación de que al llegar al colegio seríamos buenos amigos, fuimos a tomar un helado y charlamos sobre nuestras vidas. No había nada como aquello, me sentía muy a gusto y se notaba que él también, era maravilloso...

Entonces hicimos un trato: aunque este sitio no nos guste, permaneceremos juntos para siempre, apoyándonos por muy mal que estemos.