Emprender con un negocio único en Pontevedra: «Esto no es solo una tienda para frikis, aquí se puede venir solo a jugar»

Nieves D. Amil
nieves d. amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Rubén Vázquez montó junto a dos socios Percalandia, un local con temática «gamer» y de cultura urbana, un sector con mucho tirón en internet

08 mar 2024 . Actualizado a las 21:51 h.

La misma semana en que fallece Akira Toriyana, el creador de Dragon Ball, Rubén Vázquez presenta el negocio que acaba de abrir en Pontevedra junto a dos socios, su hermano Enrique y su sobrino Marco Vázquez. Es una casualidad, pero todo un simbolismo en un espacio donde una ilustración de Son Goku preside una de sus principales paredes. En la esquina entre la plaza de Barcelos y la calle San Antoniño, este emprendedor cogió el relevo de un bajo que durante décadas fue una de esas paradas obligadas en el barrio. La antigua ferretería Universal es hoy Percalandia y antes de que se puedan sacar conclusiones, avisa: «Esto es mucho más que una tienda friki, queríamos darle algo más a los pontevedreses, un espacio en el que puedan hacer comunidad».

Es casi imposible pasar por delante y no pararse. Una gran puerta y el azul de unas paredes llenas de ilustraciones sorprenden en esta equina de una plaza en obras. Y eso que no son nuevos en el barrio. Se mudan desde el número 9 de la calle San Antoniño después de haber hecho una comunidad tan grande que ya no cabía en ese bajo. Pero, ¿qué significa hacer comunidad? «Es una tienda con una zona para juegos de mesa y videojuegos, aquí puedes venir a echar una partida sin más o a comprar algo. Es un espacio abierto para ayudar a sacudirse estereotipos», explica Vázquez, que presentó el plan de negocio a la dueña del bajo y «se subió al carro. Le gustó mucho la idea y fueron toda facilidades».

Esa idea utópica con la que arrancó en el 2019 se fue haciendo real, rentable y cada vez más grande. Saltó de la web a la tienda física y ahora, a un modelo de negocio tan ambicioso como arriesgado. «Cuando empecé, estaba enfocado solo al mundo on line, tenía cuenta de Twich y otras plataformas con las que conseguí crear un ecosistema propio», comenta Rubén, que como a casi todos, la pandemia le llevó a replantearse el futuro. «Crecieron las ventas por internet para los grandes, pero a nosotros nos tocó decidir si parábamos o echábamos el resto. Y optamos por montar una tienda pequeña en San Antoniño». Ese fue el punto de partida de un negocio que es mucho más que la definición de «ocupación lucrativa» que da la Real Academia de la Lengua. «Esto es una comunidad y un espacio cultural, queremos que sea un lienzo en el que todos puedan dejar su impronta», repite Vázquez.

En sus paredes hay grafittis de O'Ras y Nana, así como trabajos de ilustradores de O Garaxe Hermético de Kiko da Silva y de alumnos de Bellas Artes. Sabe que esa idea está muy bien, pero tiene que sacar un rendimiento económico para poder mantenerse. «Vivimos de la mitad del local», dice señalando las columnas, que separan la parte comercial, en la que hay libros, juegos de mesa, videojuegos, muñecos y un sinfín de productos relacionados con la temática gamer y de cultura urbana y popular y la otra, donde los clientes pasan un buen rato jugando. «Pero sabemos que hay que vivir. Los chavales son responsables y saben que para que esto perdure hay que ayudar. Son respetuosos y el día que tengan que comprar algo, vendrán a Percalandia», reflexiona. 

Este sábado tiene un torneo Magic con más de 30 personas y seguirá organizando iniciativas en un barrio que ha apostado por la cultura alternativa. Junto a ellos Culebra Studio y Café de Cine completan esta oferta. «Si vienes un sábado por la tarde, aquí hay feria siempre», dice con una sonrisa Rubén Vázquez, que tras un pasado por cuenta ajena en el sector del comercio internacional, tiene claro que en estos tiempos, ya no vale solo vender. «Siempre tenemos que intentar dar algo más», apunta. Hasta hoy se podía traer comida de fuera, pero ha instalado unas máquinas de vending de comida de importación japonesa y bebidas para dar ese servicio. Eso sí, deja traer café de los locales amigos de una calle que es mucho más que un barrio.