Un «desenfrenado» río Verdugo sume en el caos a Ponte Caldelas: «Solo hay ganas de llorar»

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA /LA VOZ

PONTE CALDELAS

Aunque las crecidas son habituales, nadie recuerda algo así, ya que el agua subió varios metros y se llevó por delante el campo de fútbol, provocó daños en el pabellón y arrasó con mobiliario y muros próximos al cauce. El alcalde lanza un SOS

06 nov 2023 . Actualizado a las 11:59 h.

Ponte Caldelas, la villa del río Verdugo, amaneció este sábado sumida en el caos. La crecida del río que atraviesa el casco urbano, que se desenfrenó de madrugada y alcanzó una altura superior en varios metros a su cauce habitual, provocó daños numerosísimos, llegando a destrozar por completo el campo de fútbol de hierba sintética Chan da Barcia. Ese fue el daño más aparente y sobre el que se pusieron más ojos en cuanto amaneció. Pero, a partir de ahí, tanto la corporación municipal como los vecinos fueron comprobando que el estado ruinoso en el que quedó el terreno de juego era solo la punta del iceberg de todo lo que destrozó el agua. Así que no es de extrañar que, a pie del Verdugo o en las redes sociales, el alcalde, Andrés Díaz, hablase así: «Solo hay ganas de llorar, no sé cómo vamos a afrontar este desastre. De verdad que no lo sé. El río estuvo desenfrenado, nunca vivimos nada semejante»

A media mañana, con el Verdugo dando una tregua tras la tremebunda crecida de la madrugada, unos tras otros los vecinos iban acercándose hasta la zona deportiva y hoy también zona cero de las inundaciones. Nadie daba crédito a lo sucedido en el campo de fútbol, donde el agua convirtió en un trapo arrugado el flamante césped artificial del estadio, dobló porterías y se coló de lleno en los vestuarios. Miembros de la directiva de la SCD Ponte Caldelas iban de un lado a otro del campo y señalaban: «Non se da crido o que pasou aquí, é impresionante. A agua levou todo por diante. Ninguén recorda algo así. Nin a xente máis vella lembra unha chea así». Todo el mundo quería ayudar. Unos cogían fregonas para limpiar los vestuarios, otros cargaban unas lavadoras en peso para ponerlas en alto por si la lluvia vuelve y las estropea... Todos tenían una sensación de pesadumbre: «Xa non se vai poder xogar aquí, que pena», decían.

No lograba animarles mucho el alcalde, Andrés Díaz, también sumido en el pesimismo ante lo que veía. Él explicaba que el césped artificial se colocó justo antes de la pandemia, en el año 2019, y que remodelación tuvo un coste de 180.000 euros. Es decir, que el Verdugo se llevó por delante un terreno de juego prácticamente nuevo. «De verdad que no sé cómo vamos a volver a afrontar una inversión así, a ver qué pasa con los seguros y si nos ayuda la Xunta y la Diputación, porque esto es un desastre», añadía el regidor caldelano. 

Enfrente del campo de fútbol, el pabellón fue otra de las víctimas de la crecida del río Verdugo. En este caso, la pista de juego quedó a salvo porque está en un parte más elevada. Pero el agua entró en tromba tanto en los locales que tiene asignados la banda de gaitas Os Coribantes como en el almacén de alimentos de Servizos Sociais. Uno de los miembros de la agrupación musical mostraba cómo quedaron todos los equipos de sonido: «Pasoulles a todos a agua por riba, non sabemos se van funcionar ou non». Al igual que en el campo de fútbol, aquí tampoco faltaban miembros de la banda que acudieran dispuestos a limpiar y a ayudar en lo que se pudiese. Un empleado municipal mostraba cómo quedó también la zona donde se almacenan los alimentos no perecederos de Servizos Sociais; latas de garbanzos aún nadando, botellas de aceite por los suelos y bolsas de espaguetis bailando en los charcos. Ese era el panorama que recibía en estas instalaciones. 

En la nave que utiliza la brigada de obras del Concello para guardar la maquinaria más de lo mismo: el agua subió hasta más de un metro de altura, llevándose por delante todo lo que fue encontrando a su paso. Las herramientas están anegadas y algún material que se apilaba en el exterior acabó en el cauce. Si bien la zona de Chan da Barcia es la más afectada, los daños se extienden a todo el municipio, desde el paseo de A Calzada, donde hay farolas, bancos y muros tirados a numerosas pistas y canalizaciones. «É que nos fixo dano en todas partes», se lamentaba uno de los operarios municipales que trataba de poner orden. 

El alcalde señala que hay que hacer números para poder cuantificar los daños, que cree que serán «millonarios». Y que, aunque ya pidió auxilio tanto a la Xunta como a la Diputación, se necesita evaluar en detalle las pérdidas para saber si se debe pedir o no la declaración de zona catastrófica. El PP local, en la oposición, sí es partidario de esta última cuestión y le propone al ejecutivo hacer un frente común para abordar los problemas derivados del desbordamiento del Verdugo durante la borrasca Domingos.