Un inolvidable capitán y hasta una amante tras la historia del eucalipto

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

MARÍN

RAMON LEIRO

Silva, junto con otro investigador, publicará un artículo que echa por tierra que Fray Rosendo introdujese el árbol en Galicia

28 sep 2016 . Actualizado a las 07:47 h.

El despacho en el que recibe Francisco Javier Silva, en el edificio del Centro de Investigación Forestal de Lourizán, a tiro de piedra de la carretera de Pontevedra a Marín, es feo. O quizás no tanto. Simplemente común, estándar, con clásicas sillas de oficina marrones, muchos archivadores apilados, papeles y más papeles y una plaquita irónica, en la que su dueño agradece que no le hagan perder el tiempo. Un único detalle rompe la estética corriente. Hay un sombrero colgado en el perchero. Al principio, pasa desapercibido. Pero solo unos minutos después, cuando Silva comienza a hablar, uno repara en ese complemento. Porque Silva habla de una investigación científica, de un artículo que va a publicar junto con Rubén Pino sobre la llegada del eucalipto a Europa y, particularmente, a Galicia. Pero no lo cuenta como el hombre de ciencias que es. Todo al contrario, su relato engancha cual novela. Es tal la pasión con la que narra la historia que uno echa a volar la imaginación. Y, de repente, entre el sombrero y su discurso, a uno le parece estar sentado ante una suerte de Indiana Jones de la botánica.

Silva empieza desterrando el mito. El artículo que publicará junto a Rubén Pino -un veterinario, funcionario de la Xunta, al que le está dirigiendo su tesis- en la publicación científica australiana Australian Forestry echa por tierra que fuese Fray Martín Rosendo Salvado, el benedictino nacido en Tui, el introductor del eucalipto en Galicia. ¿Cómo lo saben? Por varias razones. De forma casual, cuando Silva buceaba entre los papeles del Instituto José Cornide de Estudios Coruñeses, se encontró con una carta. Se la enviaba en el año 1876 Mariano de la Paz Graells, un riojano que fue director del Jardín Botánico de Madrid, al conocido naturalista ferrolano Víctor López Seoane. «Le contaba que había en Santa Marta de Ortigueira, donde él veraneaba, un eucalipto de unos 40 metros de alto y 1,33 metros de circunferencia», dice Silva. Teniendo en cuenta esa descripción, se concluye que el árbol tendría unos 25 años, es decir, que habría sido plantado en 1850. Silva determina «que se trata del primer eucalipto de Galicia y de España, no de la Península Ibérica, puesto que a Portugal la especie llegó antes».

Sin referencia hasta 1867

Todavía sigue investigando cómo llegó a Ortigueira, podría ser vía Portugal. La teoría más plausible es la de una relación entre nobles viajeros que hizo que las semillas recalasen en Galicia. Pero se descarta que lo trajese Fray Rosendo. Para empezar, el monje benedictino no se estableció en Perth (Australia) hasta 1847. Las semillas de eucalipto más próximas que tenía estaban a unos 3.000 kilómetros y además las que envió a España no son de la variedad que aquí abunda. «Tal y como eran las comunicaciones en aquel momento, es casi imposible que mandase él la semilla del árbol que Graells describe en Ortigueira. Además, en los diarios de Fray Rosendo no hay referencia al eucalipto hasta 1867», señala el investigador.

Silva espera poder llegar pronto a una conclusión sobre quien llevó ese eucalipto a Ortigueira. Pero, por ahora, prefiere no ahondar en ese asunto. Lo que sí de narra a lo largo del artículo es cómo llegó el eucalipto a Europa y, ahí sí, el relato parece de novela. Todo empieza con un viaje del inolvidable capitán James Cook británico, el hombre que surcó el Pacífico, que permitió poner en el mapa varias islas y que acabó siendo asesinado en Hawái. Fue una de sus expediciones la que trajo por primera vez la especie a Europa, en el año 1770. Pero vino en herbario, seca. No fue hasta 1773 cuando, en otra de sus aventuras marítimas, sí se introdujo la semilla en Londres, donde al parecer se plantó y creció con éxito.

No la trajo exactamente Cook, sino otro capitán, Fureaux, al mando de un buque que partió en la expedición citada, pero que regresó a Inglaterra un año antes. La especie creció entonces en invernadero. La primera referencia de un eucalipto en el exterior en Europa la encontraron Silva y Pino en Nápoles. Silva cuenta que llegó ahí vía Lord Hamilton, que era el embajador de Inglaterra en esas tierras italianas. Este hombre estaba casado con Lady Hamilton, una mujer bellísima, que fue amante de Nelson, el héroe caído en la batalla de Trafalgar. «Hasta una historia de amor está mezclada de refilón en la llegada del eucalipto», dice con humor Javier Silva. Escudriñar en vida de alcoba de la señora Hamilton es increíble. Fue una mujer irreverente, que a finales del siglo XVIII llegó a compartir casa con su marido y su amante; una rompedora de moldes. Pues casi como el eucalipto. Que en Galicia llegó y no pasó desapercibido. Vaya que no.

Un investigador nacido en Vilagarcía que describió cuatro especies nuevas

Silva Pando lleva desde el año 1981 trabajando en Lourizán. Natural de Vilagarcía, llegó al centro pontevedrés tras una estancia en Madrid. En su currículo como investigador hay más de cien referencias de publicaciones, entre ellas una guía de plantas medicinales. Además, junto con otros investigadores, describió cuatro nuevas especies. Una de ellas, la encontró en el año 2013 en Rodeiro, en el corazón de la comarca de Deza. Lo hizo junto al profesor y botánico Xosé Ramón García Martínez. Fue una flor, un híbrido de narciso, que en honor del lugar donde se encontró pasó a denominarse Narcissus dezanus.

Este biólogo custodia el herbario del centro de Lourizán. Explica que en las dependencias hay 85 variedades distintas de eucalipto. Y recuerda también que está la mejor colección de coníferas de España, con un total de 172 subespecies; un auténtico paraíso para la botánica.